‘The Americans’: el controvertido reality show que propone otorgar ciudadanía estadounidense por competencia
Un productor televisivo impulsa un programa en el que inmigrantes competirían por la ciudadanía estadounidense. La propuesta, que aún está en evaluación por el Departamento de Seguridad Nacional, ya genera debate.
Una propuesta televisiva que mezcla inmigración y entretenimiento está bajo evaluación del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de Estados Unidos. El proyecto, titulado provisionalmente The Americans, plantea que inmigrantes compitan en formato reality por un lugar en la ciudadanía estadounidense.
La idea proviene de Rob Worsoff, productor canadiense conocido por su trabajo en programas como The Biggest Loser y Duck Dynasty. Según Worsoff, ha estado desarrollando este concepto desde la administración Obama y recientemente ha sostenido tres conversaciones con representantes del DHS. Aclara, no obstante, que la actual secretaria del organismo, Kristi Noem, no ha participado directamente.
Desde el DHS, Tricia McLaughlin, secretaria adjunta, subrayó que el departamento recibe cientos de propuestas similares al año y que todas son sometidas a una evaluación rigurosa. La revisión incluye desde documentales hasta formatos de ficción, aunque no implica su aprobación automática.
The Americans tendría un enfoque emocional y competitivo. Doce inmigrantes de diversas edades, orígenes y talentos compartirían su historia en desafíos temáticos que resalten aspectos culturales de Estados Unidos. Cada episodio incluiría una prueba, una reunión pública y una votación final, en la que, por ejemplo, ciudadanos de un estado podrían elegir a su “futuro estadounidense” favorito.
Ante las críticas, Worsoff defiende el formato: “No se elimina a nadie. Todos tienen su lugar en la fila. Humanizamos las historias”. También compara su propuesta con otros realities de alto riesgo: “Esperaría que cualquier programa tenga algo en juego. No es algo malo, es parte del atractivo”.
Mientras la propuesta avanza en su evaluación, el debate sobre los límites éticos del entretenimiento continúa, especialmente cuando involucra procesos tan delicados como el de inmigración y ciudadanía.