Periodistas chilenos sugieren que la Virgen de Guadalupe es de otro planeta

Los periodistas chilenos Francisco Ortega y Juan Andrés Alfate escribieron el libro Alienígenas Americanos (Planeta) en el que recopilan no sólo los mitos fundacionales de la mayoría de las civilizaciones de Latinoamérica, como mayas, incas, mapuches y otros grupos, sino que también hacen un relato detallado de las similitudes que encuentran a lo largo de la vasta geografía latinoamericana.
El objetivo del libro no es convencer a los lectores de la existencia del fenómeno, porque se da por sentado su existencia. “Todas las evidencias están ahí, desde los relatos prehispánicos, hasta en los diarios de Cristóbal Colón y en la época contemporánea”, dicen los autores.
“En realidad la idea es crear un ‘efecto fogata’, dice Juan Andrés Salfate. “Como cuando se está alrededor de una fogata y se escuchan ese tipo de relatos controversiales y apasionantes”.
A lo largo de las páginas los autores hacen referencias a fenómenos como el de la Virgen de Guadalupe, en el que, de acuerdo con los autores, antes de la llegada de los españoles, los habitantes de la región ya veían luces y figuras femeninas que relacionaban con la diosa Coatlicue en el cerro del Tepeyac, por lo que fue muy fácil para los indígenas adaptar sus creencias con la fe católica que impusieron los conquistadores.
“Una noche de 1509 en las laderas del cerro del Tepeyac, la princesa Papantzin, cuñada del emperador Moctezuma II, experimentó un encuentro cercano”. Ante este suceso, la religión católica tomó ese momento para obligar a los aborígenes a acercarse al culto de los españoles. Sin embargo, la figura femenina que descendió de la “estrella de oro” y avisó de la llegada de Hernán Cortés nunca había sido cuestionada, sino hasta 513 años después.
Después de que Hernán Cortés conquistara la Nueva España, el cristianismo se expandió por todo el territorio como la nueva fe. En 1525 Papantzin fue bautizada en Tlatelolco y en el libro se menciona que se le impuso “el nombre cristiano de María”. Fue en 1531 donde Juan Diego, quien caminaba cerca del cerro del Tepeyac, tuvo un acercamiento similar al de la princesa Papantzin. En este encuentro cercano, “divisó a una mujer luminosa que ´bajó de una estrella´”. Desde ese momento, se la conoció como “Doña María”, así como a un macehualli, (indígena libre) “de 51 años, llamado Cuauhtlatóhuac (el que habla con las águilas), que fue bautizado con el nombre de Juan Diego. Su esposa y su tío también acogieron el sacramento, siendo identificados católicamente como María Luisa y Bernardino”.

“La mujer de luz le sonrió y lo saludó con una bendición. Después desapareció. Ese mismo día, durante la tarde, registró una segunda aparición cuando iba de regreso a su casa”, se lee en el libro. Al contarle a su esposa y a su tío Bernardino sobre el suceso, le recomendaron ir a ver al padre Juan de Zumárraga, primer obispo de México, y preguntarle que si ese avistamiento de “la mujer de las estrellas” era la madre del Señor. “El obispo se mostró contrariado con lo que relató el indígena, más que nada por la descripción de la piel morena de la visión. Pero Juan Diego insistió en lo que había presenciado, razón por la cual el sacerdote le pidió que volviera al día siguiente con una prueba”.
Al regresar, Juan Diego volvió a ver una vez más a Virgen y en esta ocasión, supuestamente el hombre y la mujer conversaron. Al pedirle la prueba para el obispo, ella le dijo que volviera al día siguiente y que se la daría. Pero no pudo regresar, pues su tío Bernardino enfermó. El 12 de diciembre de 1531 Juan Diego salió en búsqueda de un doctor. Para no encontrarse a la Virgen, rodeó el cerro, aunque fue imposible, ya que ella lo estaba esperando a mitad del camino. La Virgen mandó a Juan Diego a recoger unas flores a la punta del cerro. El hombre hizo lo que le fue ordenado y llevó las flores al obispo. Pero “al depositar y desenrollar su tilma en el piso de la iglesia, esta mostraba la imagen de la Virgen María”.
“Lo estaba esperando de pie junto a algo que parecía ´un escudo gigante´”, al decirle que su tío estaba malo, ella le aseguró que “Bernardino estaba en sus manos”. En ese mismo momento, también se le apareció a su tío y lo curó.
En el libro, los escritores mencionaron que esta investigación la plantean con bastantes teorías y recopilaciones de J.J. Benítez. De todas maneras, ellos no afirman que “la ´morenita del Tepeyac´ sea un ser de otro planeta, estamos diciendo que es una manifestación de otro mundo. Puede ser del mundo celestial porque es un personaje donde se mezcla la esfera católica con la esfera tradicional Mexica”.

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