Rumania esquiva el giro radical y elige a un presidente proeuropeo

  • Nicusor Dan, un matemático convertido en político y actual alcalde de Bucarest, ganó la presidencia de Rumania con el 54% de los votos, derrotando por nueve puntos al ultranacionalista George Simion, en una elección que tuvo a toda Europa conteniendo la respiración.

Simion, conocido por sus posturas antieuropeas, había obtenido el 40.9% en la primera vuelta, mientras que Dan apenas alcanzó el 20.9%. Sin embargo, logró capitalizar el miedo a un posible viraje autoritario, aglutinando a votantes proeuropeos y moderados que se movilizaron con fuerza en la segunda vuelta.

La victoria de Dan fue celebrada como un respiro en Bruselas, pues evita que Rumania se sume al eje iliberal que forman Hungría y Eslovaquia, ambos cercanos a Moscú y al trumpismo europeo. No era solo una elección presidencial, sino un referéndum sobre el rumbo de un país estratégicamente situado en la frontera oriental de la Unión Europea.

Cabe recordar que esta elección fue más dramática de lo habitual: la primera vuelta, celebrada en 2024, fue anulada por el Tribunal Constitucional debido a irregularidades y a la presencia de un candidato extremista, Calin Georgescu, que fue descalificado y luego apoyó a Simion. La tensión política se mantuvo hasta el final, pero la jornada electoral de este domingo se desarrolló con normalidad.

Simion aceptó la derrota con un mensaje en redes sociales en el que advirtió: “Perdimos la batalla, pero no la guerra”. Por su parte, Dan, en tono conciliador, celebró que “ganaron los rumanos que quieren un cambio” y llamó a “reconstruir el país” desde el día siguiente.

Europa entre urnas y tensiones

Mientras Rumania respira, otros países europeos viven momentos de definición política. En Portugal, el partido de centroderecha Alianza Democrática, encabezado por el primer ministro Luís Montenegro, volvió a ganar las elecciones parlamentarias… pero sin mayoría suficiente.

Según las encuestas de salida, su partido obtuvo entre el 29% y 34% de los votos, lo que se traduce en un máximo de 96 escaños de los 230 disponibles. Para gobernar sin sobresaltos se requieren 116. Sus únicos aliados, los liberales, no suman lo suficiente. Montenegro, por ahora, se niega a pactar con el partido de extrema derecha Chaga, lo que lo deja navegando entre el populismo duro y los socialistas, que quedaron en segundo lugar en una cerrada disputa.

En Polonia también hay tensión en puerta: el liberal Rafal Trzaskowski y el ultraconservador Karol Nawrocki se enfrentarán en segunda vuelta el 1 de junio. Trzaskowski, cercano al primer ministro Donald Tusk, lleva ligera ventaja según encuestas de salida. Si gana, Tusk podrá por fin avanzar en su agenda de reformas, estancada por los vetos del actual presidente, Andrzej Duda, quien ya ha bloqueado 74 iniciativas del nuevo gobierno.

Si vence Nawrocki, del partido PiS (Ley y Justicia), seguirá la confrontación entre el Ejecutivo y la Presidencia, complicando aún más la política polaca.

Desde Bucarest hasta Varsovia, el viejo continente sigue definiendo su identidad entre dos fuerzas opuestas: la apertura proeuropea y los nacionalismos duros. Por ahora, en Rumania, la brújula apunta al lado integrador.

Compartir
No Comments

Leave A Comment