Llega Ron Johnson como nuevo embajador de EU a México: CIA, boina verde y mano firme en la agenda bilateral
Ronald Johnson ya está en suelo mexicano. El nuevo embajador de Estados Unidos arribó a la Ciudad de México este 15 de mayo para tomar el relevo diplomático tras la salida de Ken Salazar. El próximo lunes entregará sus cartas credenciales a la presidenta Claudia Sheinbaum, en un acto que marcará oficialmente el inicio de su misión.
La bienvenida fue encabezada por Mark Coolidge Johnson, quien fungía como encargado de negocios. Con esto, concluye el periodo de vacancia que dejó Salazar, quien representó al gobierno de Joe Biden entre 2021 y 2025, no sin protagonizar más de un desencuentro con las administraciones de López Obrador y Sheinbaum.
De El Salvador a México, con experiencia de sobra
Ron Johnson no es un diplomático convencional. Coronel retirado del grupo élite conocido como los “boinas verdes” y exagente de la CIA con dos décadas en el terreno, su perfil tiene más de misión encubierta que de cenas de etiqueta. Fue embajador en El Salvador entre 2019 y 2021, durante el primer gobierno de Donald Trump, y ahora regresa al mapa diplomático tras ser nominado por el mismo expresidente republicano.
Entre sus antecedentes militares, Johnson sirvió primero como soldado raso y luego capitán en la Guardia Nacional del Ejército de Alabama. En 1984 ingresó al servicio activo y escaló hasta el rango de coronel. Su experiencia ha sido vista con recelo por algunos sectores debido a su enfoque militar, pero para Trump es justo eso lo que lo hace ideal para enfrentar los retos actuales de la relación con México: migración, narcotráfico y seguridad fronteriza.
Aunque todavía no ha hablado públicamente desde su llegada, se espera que su agenda se centre en reforzar los vínculos de seguridad entre ambos países, en línea con la narrativa republicana. Su arribo coincide, de hecho, con un operativo reciente en Sinaloa donde, con apoyo de fuerzas mexicanas entrenadas por agencias estadounidenses, se desmantelaron tres laboratorios clandestinos.
Johnson se distancia del estilo de su predecesor. Mientras Salazar buscó actuar como mediador, incluso criticando algunas decisiones del gobierno mexicano, Johnson parece encarnar una línea más directa y menos tolerante. Su pasado como oficial de inteligencia también lo coloca en una posición clave para vigilar, con lupa militar, los movimientos en la región.
El reto es grande: tiene que manejar una relación bilateral marcada por altibajos, tensiones históricas y una vecindad compleja. Pero si algo tiene claro el nuevo embajador es que en política exterior, como en el campo de batalla, cada movimiento cuenta. Y México será, sin duda, un terreno diplomático donde Johnson no podrá pasar desapercibido.