Baristas vs Starbucks: la rebelión del delantal verde

En Estados Unidos, más de 2 mil trabajadores de Starbucks decidieron poner en pausa el espresso y el cold brew para salir a protestar. ¿La razón? Un nuevo código de vestimenta que ha levantado más espuma que un cappuccino mal hecho.

Uniformes nuevos, problemas viejos

El nuevo reglamento impone a baristas en EE.UU. y Canadá el uso obligatorio de camisetas negras lisas y pantalones caqui, negros o azules. Starbucks asegura que este cambio tiene un noble propósito: dejar que su icónico delantal verde “brille”. Pero para muchos trabajadores, lo que brilla es el malestar.

Y es que, además del cambio obligatorio, la empresa no proporcionó a tiempo las camisetas ni cubrió los gastos del calzado, dejando a los empleados con la cuenta. Algunos fueron incluso enviados a casa por no cumplir con el nuevo atuendo, y otros temen sanciones si no regresan de inmediato tras una jornada de huelga.

Las manifestaciones se llevaron a cabo en unas 100 tiendas, incluida la sede central de Starbucks en Seattle, con participación en estados como Wisconsin, Florida y Pensilvania. El sindicato Starbucks Workers United organiza paros de un día, según los turnos, como medida de presión.

Más que ropa: condiciones y respeto

Lo que comenzó como una protesta por el uniforme se ha convertido en un reclamo más amplio. Los trabajadores denuncian falta de personal, horarios inestables y la ausencia de un salario digno. Señalan que el nuevo código de vestimenta es una forma de control y no responde a las necesidades reales en los establecimientos.

“Se niegan a dotar de personal adecuado, a garantizar horarios, a pagarnos lo justo o siquiera a financiar este uniforme arbitrario”, explica una de las sindicalistas en un video difundido en redes sociales.

El sindicato ha presentado una queja formal por prácticas laborales injustas, acusando a la empresa de implementar los cambios sin negociación previa. También exigen contratos justos para las 580 tiendas que ya cuentan con representación sindical.

En un país donde el café es religión, que los baristas se planten frente a la empresa símbolo del café para llevar no es poca cosa. Mientras tanto, Starbucks parece estar aprendiendo por las malas que ni el café ni la ropa se imponen sin diálogo.

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