Kyoko, la hija de Yoko Ono: huida, vida en una secta y reencuentro tras décadas de silencio

La vida de Kyoko Chan Cox, hija de Yoko Ono y del cineasta Anthony Cox, estuvo marcada desde la infancia por una batalla de custodia que la separó de su madre durante más de dos décadas. Hoy, con 61 años, rompe el silencio sobre lo que vivió tras su desaparición.

Kyoko nació en 1963 en el seno de una familia artística, y a los seis años ya convivía ocasionalmente con John Lennon, tras la unión de su madre con el ex Beatle. A pesar de los conflictos, la relación entre ambas familias fue cordial por un tiempo. Incluso celebraron juntos la Nochevieja de 1969. Kyoko recuerda que viajaban seguido y que vivió una niñez inicialmente llena de movimiento e interacción.

Pero todo cambió en 1971, cuando Anthony Cox y su nueva esposa, Melinda, desaparecieron con Kyoko en medio de una disputa legal por su custodia. Primero fueron a España, donde Yoko y John intentaron recuperarla, pero fueron arrestados tras ser acusados de intento de secuestro. El juez le preguntó a la niña con quién quería quedarse. «Con mi papá», respondió, en parte porque con él y Melinda no se sentía sola, a diferencia de la dinámica con su madre y el mundo del espectáculo.

Poco después, Cox la llevó a Estados Unidos, desobedeciendo la orden judicial que le concedía la custodia a Yoko. Desde entonces, la pareja Lennon-Ono inició una desesperada búsqueda que incluyó recompensas, mensajes en televisión, canciones y entrevistas. Se calcula que gastaron el equivalente a 1.5 millones de dólares en el intento por encontrarla.

Aislada por completo, Kyoko vivió en una granja en Iowa, lejos de la televisión y los medios. «No sabíamos nada del mundo. Mucha gente no entiende que hay formas de vida así», dijo en entrevista. Su infancia transcurrió dentro de comunidades religiosas y, más tarde, en la secta The Living Word Fellowship, donde vivió alejada de la sociedad en una aldea remota.

A lo largo de esos años, Kyoko pidió varias veces contactar a su madre, pero su padre se negó, argumentando que eso lo pondría en prisión. Solo logró hacer una llamada en Navidad, que fue interrumpida abruptamente. Sean Lennon, su medio hermano, recuerda el dolor de su madre tras esa conversación inconclusa.

El reencuentro llegó décadas después

Tras estudiar en una universidad cristiana conservadora, Kyoko se casó con Jim Helfrich y tuvo dos hijos. Fue él quien la convenció de que ya no había razones legales que impidieran un reencuentro con su madre. Aun así, Kyoko tardó años en atreverse.

Finalmente, a los 30 años, hizo la llamada. Al principio, Yoko no contestó, pero luego devolvió la llamada. “Ella no quería castigar a mi padre. Solo quería volver a verme”, contó Kyoko. A partir de entonces, comenzaron a verse y a reconstruir su relación, como si el tiempo no hubiera pasado.

Hoy, Kyoko vive en Colorado, divorciada, dedicada a una vida privada y sin interés en la fama. “No quiero ser una figura pública, pero también soy la hija de mi madre y quiero que la historia se cuente bien”, concluyó. Su testimonio, aunque doloroso, permite entender las consecuencias silenciosas de las disputas familiares y la capacidad de reconstruir lazos tras años de distancia.

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