Valeriana, la ciudad maya que nadie buscaba y un estudiante encontró desde su compu

  • Entre jaguares digitales y láseres arqueológicos, emerge Valeriana: la metrópoli maya que vivía a todo lo que da mientras el resto del mundo ni siquiera soñaba con el WiFi.

El hallazgo que no vio venir ni Indiana Jones

Todo empezó con un estudiante gringo —Luke Auld Thomas— dándole clic sin miedo a la página 16 de resultados en Google. No buscaba ruinas ni tesoros, solo se topó con un mapa láser realizado por una empresa mexicana allá por 2013. El estudio era parte de un monitoreo ambiental, pero resultó ser la clave para redescubrir una ciudad maya monumental en pleno Campeche.

El arma secreta fue el LiDAR (Light Detection and Ranging), una tecnología que lanza pulsos láser desde el cielo para ver qué hay debajo de la selva sin levantar ni una piedra. Y lo que encontró no fue poca cosa: una urbe enorme, con estructuras, caminos y plazas que datan del periodo Clásico (750–850 d.C.). El hallazgo fue tan impactante que llegó hasta las páginas de la revista Antiquity, como para que no digan que todo lo importante ya está descubierto.

Valeriana: la ciudad que vivió a lo grande y desapareció sin hacer ruido

La bautizaron Valeriana, por una laguna cercana. Esta ciudad fantasma prehispánica tiene todo para ser protagonista de su propia serie de Netflix: dos núcleos urbanos conectados, miles de viviendas apretadas, canchas de juego de pelota, templos piramidales, plazas ceremoniales y hasta un sistema hidráulico que haría llorar de envidia a cualquier colonia sin agua en el siglo XXI.

Se estima que ahí vivieron entre 30,000 y 50,000 personas, más que los que habitan hoy en la región. Y todo eso, bien escondido bajo la espesa selva. Nadie ha puesto un pie en el sitio, pero los mapas láser no mienten: hay al menos 6,764 estructuras visibles en los datos.

Valeriana es la segunda ciudad más densamente construida del área maya, después de Calakmul. Y lo más increíble es que, según arqueólogos, nadie sabía que estaba ahí porque simplemente no se había mirado desde el ángulo correcto.

¿Y por qué se esfumó este gigante? Pues como muchas otras ciudades mayas, se enfrentó a crisis ambientales, posiblemente sequías devastadoras, combinadas con presiones sociales y, eventualmente, la llegada de los conquistadores españoles, que terminaron por borrar (o casi) el mapa urbano maya.

Hoy, Valeriana no solo amplía el mapa arqueológico de México, también revienta la vieja idea de que los trópicos eran inhóspitos para civilizaciones complejas. Nada de eso: los mayas vivieron ahí a lo grande, adaptando su entorno con inteligencia y creatividad.

La directora del Centro INAH Campeche, Adriana Velázquez Morlet, destaca que el patrón urbano es similar al de otras ciudades ya conocidas, como Chactún-Tamchén. Es decir, Valeriana no era un experimento, era una capital en forma, con todo y su estilo arquitectónico Río Bec.

Eso sí, todavía nadie ha llegado físicamente al lugar. Y aunque suena como la aventura perfecta, los arqueólogos lo piensan dos veces: hay tantas ciudades nuevas descubiertas gracias al LiDAR que no hay manos (ni presupuesto) para explorarlas todas. Como dijo el propio Auld Thomas: “Está tan cerca de la carretera… ¿cómo no? Pero no puedo decir que haremos un proyecto ahí”.

Por ahora, Valeriana permanece dormida bajo la selva, esperando a que alguien, quizá otro estudiante curioso, le dé clic a la página 17 de Google. ¿Y si resulta que hay otra ciudad igual de impresionante esperando ser encontrada? En México, la historia nunca deja de sorprender.

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