Reino Unido destituye a su embajador en Washington por vínculos con Jeffrey Epstein

El primer ministro británico, Keir Starmer, destituyó de manera fulminante a Peter Mandelson como embajador del Reino Unido en Estados Unidos, luego de que salieran a la luz correos electrónicos comprometedores que evidencian la cercanía del veterano político laborista con Jeffrey Epstein, el financiero estadounidense condenado por delitos sexuales contra menores.

La medida se anunció apenas una semana antes de la visita oficial del presidente Donald Trump a Londres, en un contexto ya marcado por tensiones políticas y cuestionamientos a la gestión del gobierno británico.

Los correos que hundieron a Mandelson

El detonante fueron mensajes de 2008 en los que Mandelson expresaba su apoyo a Epstein justo cuando enfrentaba acusaciones por explotación sexual de menores. En uno de ellos, difundido por el diario The Sun, el entonces eurocomisario de Comercio le escribió: “Pienso mucho en ti y me siento impotente y furioso por lo que ha pasado… debes ser resiliente y luchar por una liberación anticipada”.

Además, se reveló un libro conmemorativo por el 50º cumpleaños de Epstein, en el que Mandelson lo calificaba como su “mejor amigo”. Estos documentos, desconocidos por el Foreign Office en el momento de su designación, fueron considerados prueba de que la relación entre ambos era mucho más estrecha de lo admitido públicamente.

El secretario de Estado de Exteriores, Stephen Doughty, explicó en el Parlamento que esta “nueva información” hizo insostenible la permanencia del diplomático en Washington. “Teniendo en cuenta a las víctimas de los crímenes de Epstein, se ha decidido su destitución inmediata”, subrayó.

Críticas al primer ministro

El caso también golpea directamente a Starmer. Hasta el miércoles, el mandatario había defendido a su embajador ante la Cámara de los Comunes, asegurando que Mandelson había sido plenamente investigado antes de asumir el cargo. Sin embargo, la presión de la oposición, de parte del propio Partido Laborista y de la opinión pública terminó por obligarlo a actuar.

La líder conservadora Kemi Badenoch lo acusó de “titubear cuando necesitaba ser decisivo” y de priorizar al partido por encima del país. El líder liberal demócrata, Ed Davey, exigió que Starmer comparezca en el Parlamento para explicar qué sabía y cuándo lo supo. Y desde Escocia, el jefe del grupo parlamentario del SNP, Stephen Flynn, advirtió que la credibilidad del primer ministro “está en juego”.

Al interior del laborismo, algunos diputados consideran que la responsabilidad recae en Mandelson por haberse postulado al puesto pese a saber que existían correos comprometedores. Sin embargo, otros acusan a Downing Street de otro error de juicio, justo después de la dimisión de la viceprimera ministra Angela Rayner por problemas fiscales.

El fin de una carrera marcada por la influencia

La salida de Mandelson supone un duro revés personal y político. Figura clave en la construcción del “Nuevo Laborismo” de Tony Blair en los años noventa, fue ministro en varias ocasiones y ocupó cargos de peso en la Comisión Europea. Starmer lo rescató para darle una posición estratégica en Washington, con el objetivo de fortalecer la relación con la administración Trump.

Sin embargo, la sombra de Epstein lo persiguió hasta derribar su carrera diplomática. Aunque Mandelson insiste en que nunca presenció “actos reprobables”, reconoció que sus mensajes eran “muy embarazosos” y que confió erróneamente en las declaraciones de inocencia de quien después sería desenmascarado como depredador sexual.

Con su destitución, James Roscoe, actual número dos de la misión en Washington, asumirá de forma interina la conducción de la embajada británica y supervisará la próxima visita de Trump. Mientras tanto, vuelven a sonar nombres de posibles reemplazos, entre ellos David Miliband, Cathy Ashton y Karen Pierce, quien ya ocupó ese puesto en el pasado.

Más allá de los relevos diplomáticos, el escándalo deja al descubierto los riesgos de una política que ha pasado por alto alertas éticas y personales. El golpe no solo sacude la imagen de un político veterano como Mandelson, sino que expone la vulnerabilidad de un gobierno laborista que, en apenas unas semanas, acumula dos renuncias de alto perfil y enfrenta crecientes dudas sobre su capacidad de liderazgo.

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