Mujeres sostienen la salud, pero siguen relegadas del liderazgo y la toma de decisiones
Aunque el 70% de la fuerza laboral en el sector salud está compuesta por mujeres, su participación en los puestos de dirección y liderazgo apenas alcanza el 25%. Esta brecha evidencia que la desigualdad de género se mantiene intacta, incluso en un sector marcado por el cuidado y la vocación.
Un informe reciente de la Task Force Interamericana sobre Liderazgo de las Mujeres revela que, a nivel mundial, las mujeres predominan en áreas feminizadas como enfermería y obstetricia, pero son minoría en especialidades y cargos mejor remunerados, donde los hombres concentran el poder y los mejores salarios.
Esta segregación laboral y salarial no es casualidad, sino producto de una estructura patriarcal que asigna a las mujeres las tareas de cuidado, peor pagadas y con condiciones laborales precarias, mientras que los hombres acceden con mayor facilidad a puestos de mayor jerarquía y remuneración, en especial en el sector privado.
Además, el acoso sexual y laboral sigue siendo una realidad para muchas trabajadoras sanitarias, especialmente para mujeres jóvenes, migrantes y de comunidades discriminadas, en un ambiente que carece de mecanismos efectivos para la denuncia y protección.
Esta exclusión impacta directamente en la salud pública: la falta de mujeres en posiciones de liderazgo limita la inclusión de sus necesidades y perspectivas en políticas, investigaciones y tratamientos médicos, perpetuando desigualdades en la atención y resultados de salud.
Frente a esta realidad, el informe plantea la necesidad urgente de implementar políticas que garanticen la paridad y condiciones dignas para las mujeres en el sector salud, desde la formación profesional hasta la protección laboral, pasando por sistemas integrales de cuidados y presupuestos con enfoque de género.
Solo así se podrá avanzar hacia una salud realmente inclusiva, justa y equitativa, que reconozca el papel central de las mujeres y les otorgue el poder que les corresponde.
