Lo que mejora con los años: salud, emociones y sabiduría en la madurez
Aunque la percepción general sobre el envejecimiento suele estar asociada al deterioro físico y mental, cada vez más estudios y especialistas en psicología y geriatría coinciden en que la edad avanzada también trae consigo mejoras reales en distintos aspectos de la salud y el bienestar. Lejos de ser una etapa de decadencia, la vejez puede representar una fase de crecimiento emocional, estabilidad cognitiva y mayor satisfacción con la vida.
La forma en que una persona concibe el proceso de envejecer influye directamente en cómo lo atraviesa. Investigaciones recientes han demostrado que quienes mantienen una actitud positiva hacia la vejez gozan de mejor salud cognitiva, menor incidencia de trastornos mentales y una esperanza de vida más alta. Según la psicóloga clínica Michelle Feng, especializada en medicina geriátrica, el optimismo ante el paso del tiempo ayuda a reducir el riesgo de ansiedad y depresión, y fortalece el bienestar general.
Uno de los cambios más significativos es la mejora en la gestión del estrés. A pesar de que las fuentes de tensión persisten con la edad, la manera en que se enfrentan tiende a volverse más eficiente. El geriatra Aanand Naik, director de un consorcio sobre envejecimiento en Houston, destacó que las personas mayores manejan mejor las dificultades gracias a su experiencia acumulada y a ciertos ajustes fisiológicos. Un estudio de 2023 reveló que los adultos de entre 65 y 84 años presentan menores niveles de cortisol y una reactividad cardíaca más baja frente a pruebas de estrés que los jóvenes de entre 18 y 30 años. Además, tienden a sentir menos estrés en general.
Esta mayor resiliencia emocional va acompañada de una inteligencia emocional más profunda. Las personas mayores suelen enfocarse más en conservar los estados emocionales positivos y evitar los negativos. A nivel cerebral, esto se relaciona con un cambio en las estrategias de regulación emocional. Mientras los jóvenes reprimen emociones activando regiones del cerebro como la corteza prefrontal, los mayores recurren más a la reevaluación de las situaciones, es decir, reinterpretan lo que ocurre para encontrarle un sentido más beneficioso o menos angustiante.
En cuanto a las capacidades cognitivas, aunque algunas como la velocidad de procesamiento disminuyen, otras, como el vocabulario y el conocimiento general —la llamada inteligencia cristalizada— se mantienen o incluso mejoran con los años. Esta forma de sabiduría acumulada tiene un valor central en muchas culturas, donde las personas mayores ocupan roles de transmisión de conocimientos. Un estudio en Japón mostró que los adultos mayores superan a los jóvenes en saberes ecológicos tradicionales, reflejando cómo la experiencia puede ser una ventaja con el tiempo.
También cambia la manera en que se establecen prioridades personales. Al percibir el tiempo restante como limitado, muchas personas optan por relaciones y actividades más significativas, priorizando el bienestar emocional sobre la aprobación social o la competencia externa. Esta tendencia se explica mediante la teoría de la selectividad socioemocional, que señala que la percepción del tiempo influye directamente en la manera en que se configuran los objetivos de vida.
La sexualidad, contrariamente a los prejuicios, también puede enriquecerse con la edad. Estudios recientes muestran que hombres y mujeres reportan mayor satisfacción sexual después de los 50 años, especialmente en relaciones estables. Aunque puede disminuir la excitación física, muchas mujeres de entre 55 y más de 80 años declaran niveles más altos de satisfacción orgásmica. Incluso quienes no mantienen una vida sexual activa expresan sentirse satisfechas en este ámbito, lo que indica un enfoque más amplio y profundo sobre la vivencia de la sexualidad.
La felicidad, por su parte, también tiende a mejorar con los años. Aunque durante mucho tiempo se sostuvo que la satisfacción vital seguía una curva en forma de U —con un descenso en la mediana edad—, nuevas investigaciones sugieren que el bienestar subjetivo puede continuar aumentando con la edad. Muchas personas mayores recuerdan la mediana edad como una etapa muy positiva, pero también afirman que fue en la sexta y séptima décadas cuando alcanzaron su mayor plenitud.
Un punto importante que advierten los especialistas es el riesgo de naturalizar la depresión como parte inevitable del envejecimiento. Pensar que la tristeza o el aislamiento son normales en la vejez puede generar una predisposición dañina. En realidad, la depresión no es inherente a envejecer. Reconocer este dato es clave para prevenirla y fomentar decisiones que impulsen una vejez más saludable.
La experiencia, el enfoque en lo emocionalmente significativo, la sabiduría acumulada y una actitud positiva son factores que no solo mitigan las dificultades del envejecimiento, sino que también lo convierten en una etapa con grandes posibilidades de bienestar. Envejecer, más que un declive, puede ser un proceso de maduración y realización personal si se lo vive con conciencia y apertura.