Trump impone arancel al café brasileño: represalia política que afectará el bolsillo de millones
Tu café matutino podría convertirse en un lujo. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció un arancel del 50% a productos clave provenientes de Brasil —entre ellos, el café— como represalia por lo que llamó “malos tratos” hacia el expresidente Jair Bolsonaro, actualmente investigado por conspirar para mantenerse ilegalmente en el poder tras su derrota electoral en 2022.
La decisión, que mezcla política exterior con intereses personales, amenaza con encarecer uno de los productos más consumidos en el país norteamericano, así como con generar un nuevo foco de tensión en el comercio internacional.
Un castigo con sabor amargo
Bolsonaro, viejo aliado de Trump, enfrenta una solicitud de prisión preventiva por parte de la Fiscalía brasileña, acusado de encabezar una trama golpista. Lejos de condenar los intentos autoritarios de su exhomólogo, Trump decidió defenderlo penalizando al principal socio cafetalero de Estados Unidos.
El impacto será significativo. Brasil es el mayor productor mundial de café y Estados Unidos es su principal comprador. Solo en 2024, EE. UU. importó 8.1 millones de sacos brasileños —34% más que el año anterior—, lo que representó más del 16% de las exportaciones totales del país sudamericano.
El precio del capricho político
El anuncio, realizado mediante una carta oficial, sacudió de inmediato los mercados. En la Bolsa de Nueva York, los futuros del café arábico —el más utilizado en bebidas de especialidad— subieron más del 3.5% horas después del comunicado. Este tipo de grano proviene en su mayoría de Brasil, y su reemplazo no es sencillo ni inmediato.
Márcio Ferreira, presidente del Consejo de Exportadores de Café de Brasil (Cecafé), subrayó la relevancia de este sector para ambas economías:
“El café genera 43 dólares en la economía estadounidense por cada dólar importado. Da empleo a más de 2 millones de personas y representa el 1.2% del PIB de EE. UU.”.
¿Hay alternativa? No fácil, ni barata
Aunque Estados Unidos podría mirar hacia otros proveedores como Vietnam —principal exportador de café robusta—, también allí enfrentaría trabas. Según los acuerdos bilaterales, las importaciones vietnamitas de café estarían sujetas a un arancel del 20%, lo cual dificulta una sustitución viable sin afectar precios o calidad.
Brasil, por su parte, es casi irreemplazable en cuanto a volumen y perfiles únicos de sabor, construidos durante décadas de desarrollo agrícola.
Consumidores y trabajadores, los verdaderos afectados
Más allá del show mediático de Trump, las consecuencias reales las pagarán los consumidores estadounidenses y las millones de personas que trabajan en la industria cafetera de ambos países. En vez de fortalecer acuerdos o apoyar a sectores productivos, el mandatario opta por utilizar el comercio exterior como arma política, amparado en viejas lealtades autoritarias.
Lo que comenzó como un gesto de solidaridad con un aliado acusado de quebrantar la democracia, amenaza con desatar un efecto dominó que encarezca la bebida más consumida del mundo. Y todo por una taza de revancha.
