Rodrigo Paz rompe el ciclo del MAS y gana la presidencia de Bolivia con un llamado a la reconciliación

Bolivia dio un giro histórico. Tras más de dos décadas de dominio del Movimiento al Socialismo (MAS), el país eligió como nuevo presidente a Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano (PDC). Con el 97% de los votos preliminares escrutados, Paz obtuvo el 54.5% frente al 45.4% del exmandatario Jorge “Tuto” Quiroga, en una segunda vuelta que marcó el cierre de una larga era política y el inicio de una etapa de incertidumbre, pero también de expectativas.

El senador y exalcalde de Tarija, hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, se impuso con un discurso centrista y conciliador, apelando a un electorado cansado de la polarización. En su primer mensaje como presidente electo, afirmó que su gobierno será “de unidad y de trabajo para todos los bolivianos”, y prometió “cambio y renovación” en medio de una crisis económica que golpea con fuerza al país.

“Cuando no se roba, la plata alcanza”, repitió en su cierre de campaña, una frase que sintetiza su propuesta económica: reducción del gasto fiscal, redistribución de recursos hacia las regiones, estímulo a la producción local y una política de “capitalismo para todos”, orientada a facilitar créditos a emprendedores, bajar impuestos y eliminar trabas burocráticas.

A diferencia de su rival, Paz descartó acudir en primera instancia a organismos financieros internacionales. Su prioridad, dijo, será “ordenar la casa” y recuperar la confianza ciudadana. Bolivia enfrenta hoy una recesión, escasez de combustibles, inflación persistente y falta de dólares en el mercado, producto del desplome de la industria de hidrocarburos, su principal fuente de ingresos durante las gestiones del MAS.

El triunfo de Paz fue también un golpe a las encuestas. Los sondeos previos lo colocaban detrás de Quiroga, pero su campaña logró conectar con los votantes rurales y periurbanos, antiguos bastiones del MAS. En esos sectores se presentó como una figura cercana, con un discurso moderado y gestos simbólicos —como su participación en fiestas populares y reuniones sindicales— que lo posicionaron como un candidato “del pueblo, pero sin populismo”.

Su compañero de fórmula, el expolicía Edman Lara, también fue clave para ese acercamiento. Popular en redes por denunciar presuntos casos de corrupción en la fuerza, aportó un discurso de mano dura y transparencia que complementó la imagen más institucional de Paz. “Hoy el pueblo nos da la oportunidad de gobernar para todos. Se acabó la campaña; hay que trabajar por Bolivia”, dijo Lara tras conocerse los resultados.

El presidente saliente, Luis Arce, reconoció la victoria y anunció una transición ordenada, mientras que Jorge Quiroga aceptó su derrota y descartó denuncias de fraude. “Me duele no poder hacer por Bolivia lo que Bolivia merece, pero la voluntad popular se respeta”, declaró.

Los analistas advierten que el nuevo gobierno enfrentará un desafío complejo: ningún partido tendrá mayoría en la Asamblea Legislativa. La fragmentación parlamentaria —con seis fuerzas representadas— obligará a Paz a construir acuerdos amplios si quiere avanzar en reformas económicas o judiciales. “Es un gobierno que llega para apagar un incendio, pero sin mayoría ni margen de error”, resumió el consultor Carlos Saavedra.

Rodrigo Paz, de 58 años, nació en Santiago de Compostela, España, durante el exilio de sus padres por las dictaduras militares. Economista con estudios en relaciones internacionales, ha sido diputado, concejal, alcalde y senador. Su carrera política se construyó sobre una herencia familiar de centroizquierda, pero con un tono más liberal y pragmático que el de su padre.

Su lema de campaña —“Capitalismo para todos”— refleja esa mezcla: un discurso de apertura económica con sensibilidad social, enfocado en “devolver oportunidades” sin depender del Estado como único motor. Entre sus primeras medidas propone legalizar ciertos vehículos sin registro, reactivar la producción de combustibles y devolver el 50% del presupuesto nacional a las regiones para incentivar la autonomía local.

Paz asumirá el 8 de noviembre en medio de una sociedad dividida, un Estado debilitado y un panorama económico incierto. Aun así, su victoria marca el fin del ciclo del MAS y abre una etapa en la que la reconstrucción del consenso será tan importante como la recuperación económica.

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