ONU: 80 años de irrelevancia

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) llegó este 26 de junio a ocho décadas de vida con el mismo problema de siempre: una retórica grandilocuente que contrasta con una eficacia nula. Creada en 1945 para “preservar la paz mundial”, hoy sobrevive aferrada al presupuesto de Washington y a la nostalgia de un orden unipolar que se desmorona, mientras el mundo arde en más guerras, golpes de Estado y genocidios que nunca.

Desde su “alineamiento total” con Estados Unidos —dicen los expertos— se explican tanto su actual impotencia como su pérdida acelerada de legitimidad. Irving Rico, maestro en Estudios Internacionales por la UNAM, afirma que el verdadero éxito de la ONU ha sido “blanquear la agenda estadounidense y disfrazarla de consenso multilateral”, lo que la ha dejado reducida a foro decorativo en un planeta cada vez más multipolar.

La larga lista de manchas

• 1961: la muerte nunca aclarada de su secretario general Dag Hammarskjöld, mientras Washington, París y Bruselas defendían sus intereses coloniales en el Congo.
• Guerra de Vietnam: indiferencia ante la invasión de EE.UU. y el uso de armas químicas.
• Décadas de 1970-80: silencio ante el terrorismo de Estado en América Latina, patrocinado por la CIA.
• Genocidio de Ruanda (1994): 800 000 tutsis asesinados a la vista de cascos azules que sólo “tomaron nota”.
• Siglo XXI: aval táctico a guerras preventivas y sanciones unilaterales de EE.UU., pese a que violan la propia Carta de la ONU.

El presente no pinta mejor. El organismo “celebra” su aniversario mientras Gaza es arrasada con total impunidad y el Consejo de Seguridad acumula más vetos de Estados Unidos —en defensa de Israel— que resoluciones efectivas para proteger civiles. Para Juan Daniel Garay Saldaña, internacionalista de la UNAM, “la ONU se ha convertido en notario de la violencia occidental, incapaz de frenar siquiera a su patrocinador”.

El elefante en la sala

La Carta de San Francisco garantiza que ninguna medida coercitiva se adopte sin el aval unánime de los cinco miembros permanentes. En la práctica, eso significa que Washington puede bombardear, sancionar o bloquear a quien quiera y, al mismo tiempo, impedir cualquier resolución que lo critique. Resultado: un sistema paralizado, rehén del veto y cada vez más irrelevante para el Sur Global.

Reforma o epitafio

Los especialistas coinciden: si la ONU desea evitar terminar en el basurero de las instituciones inútiles —junto a la extinta Liga de Naciones— necesita cirugía mayor. Entre las propuestas:
• Democratisar el Consejo de Seguridad, restando poder de veto a las potencias.
• Fortalecer la Asamblea General con capacidad vinculante.
• Integrar de forma paritaria al Sur Global en los órganos decisorios.
• Revisar a la Corte Penal Internacional, que hasta ahora sólo exhibe a presidentes africanos.

De lo contrario, advierte Rico, “sus días están contados”. Porque en un mundo donde los actores emergentes construyen rutas alternativas —BRICS+, Unión Africana, CELAC, SCO— la ONU corre el riesgo de ser recordada únicamente como la institución que, durante 80 años, fue tan útil como los pezones de un hombre: presente, sí, pero absolutamente prescindible.

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