Nueva York se suma a los estados que regulan el final de la vida
Nueva York se prepara para convertirse en el estado número 13 de Estados Unidos en legalizar el suicidio asistido para personas con enfermedades terminales, tras el acuerdo alcanzado entre la gobernadora Kathy Hochul y los líderes legislativos estatales. La normativa, conocida como Ley de Ayuda Médica para Morir, permitirá a los residentes con un pronóstico de vida menor a seis meses solicitar medicamentos para terminar su propia vida bajo condiciones estrictamente reguladas.
El procedimiento exigirá una solicitud por escrito firmada ante dos testigos, la aprobación de un médico tratante y un segundo consultor independiente. Además, se requerirá la evaluación de un profesional de salud mental para garantizar que la decisión sea voluntaria y consciente, y se impondrá un periodo de espera de cinco días entre la solicitud y la administración del fármaco. Las instituciones de salud asociadas con congregaciones religiosas podrán optar por no aplicar la ley en sus instalaciones.
Hochul destacó que la ley busca ofrecer un acceso “misericordioso” a quienes enfrentan sufrimientos irreversibles en sus últimos meses de vida. La gobernadora señaló que la medida no contradice su formación católica, sino que representa un acto de compasión hacia quienes atraviesan dolor extremo: “¿Quién soy yo para negarte a ti o a tu ser querido lo que ruegan al final de su vida?”, declaró.
La legalización surge tras años de debate y modificaciones impulsadas por presiones de sectores opositores. Grupos religiosos han criticado la medida por considerar que abandona a los ciudadanos más vulnerables, mientras que los defensores destacan que permitirá decidir sobre el propio final de la vida, evitando sufrimientos innecesarios.
Actualmente, una docena de estados y el Distrito de Columbia permiten el suicidio asistido, y Illinois se sumará el próximo año. La ley de Nueva York entrará en vigor seis meses después de su promulgación oficial, y solo aplicará a residentes del estado, respetando los recientes fallos judiciales que limitan la extensión de estas normas a personas de otros territorios.
Los legisladores que respaldaron la iniciativa insisten en que la norma no busca fomentar la muerte, sino ofrecer un derecho a quienes padecen enfermedades terminales y desean un final digno y en sus propios términos. La medida refleja un cambio creciente en la regulación del final de la vida en Estados Unidos, donde el debate entre convicción moral, autonomía individual y compasión médica continúa abierto.
