Milei, derrotado y salpicado: Buenos Aires le dio la espalda mientras el dólar se incendia
El autoproclamado cazador de “la casta” acaba de probar su propio veneno. Javier Milei sufrió una derrota aplastante en la provincia de Buenos Aires, donde el peronismo, de la mano de Axel Kicillof, le sacó más de 13 puntos de ventaja: 47% contra un magro 34% de La Libertad Avanza.
El golpe pega donde más duele: en el distrito que concentra casi el 40% del padrón. Allí Milei no solo perdió votos, perdió credibilidad, y lo hizo con un ingrediente explosivo en la mesa: el escándalo de corrupción que envuelve a su hermana y mano derecha, Karina Milei, acusada de cobrar comisiones ilegales desde la Agencia Nacional de Discapacidad.
Mientras tanto, en las calles, la derrota se tradujo en números rojos: el dólar se disparó a 1,460 pesos por unidad, récord histórico. El “blue” acompañó la fiesta y los mercados ratificaron lo que los votantes ya habían dicho: la motosierra no corta la desconfianza.
El jefe en problemas
La llamada “El Jefe” —así la bautizó su propio hermano presidente— se volvió protagonista involuntaria de un hit viral. Con la melodía de “Guantanamera”, la letra ahora habla de coimas y medicamentos. No es un meme: es la radiografía de un gobierno que prometió dinamitar la corrupción y terminó repitiendo el libreto más viejo de la política argentina.
La justicia ya investiga audios que la vinculan a un esquema de sobornos junto a Eduardo “Lule” Menem. Y aunque el oficialismo grite “operación política”, lo cierto es que los votantes no compraron el relato. “El riesgo K es Karina”, ironizó un analista, resumiendo la paradoja: el presidente que juró destruir al kirchnerismo hoy es devorado por el escándalo de su propia hermana.
El costo del desencanto
El fracaso bonaerense confirmó un fenómeno que los consultores llaman “modo avión”: una sociedad que apaga el celular, se desconecta y ya no espera nada de Milei. En 2023 la gente le regaló paciencia frente a su inexperiencia. En 2025 no le perdonan que se haya convertido en aquello que juró combatir.
El presidente reconoció la derrota con un tono apagado: habló de “autocrítica” y de aceptar los resultados, pero acto seguido prometió acelerar y profundizar el mismo rumbo que lo llevó a estrellarse.
Mientras tanto, Kicillof se consolidó como la nueva figura de la oposición, con la multitud coreando “Axel presidente”. Cristina Fernández, desde su arresto domiciliario, sumó leña con un mensaje lapidario: banalizar el “Nunca Más” y burlarse del dolor ajeno no es gratis, mucho menos cuando tu hermana aparece cobrándose un 3% de coima.
De outsider a casta
Milei construyó su ascenso sobre la furia contra la política tradicional. Hoy, con un dólar incendiado, una derrota histórica y un hit viral que desnuda la trama de corrupción en su círculo íntimo, su imagen de outsider se desmorona.
