Exhiben en Inglaterra un libro encuadernado en piel humana y desatan polémica

  • Un museo británico expone un libro del siglo XIX cubierto con restos humanos, reavivando el debate sobre la ética de conservar y mostrar materiales de esta naturaleza.

Durante una revisión de inventario en el Moyse’s Hall Museum, en Suffolk, curadores encontraron un volumen encuadernado en piel humana, relacionado con William Corder, un criminal del siglo XIX. El hallazgo reavivó el debate sobre la exhibición de restos humanos en museos.

El libro, que complementa otro de características similares que ya estaba en exhibición desde la década de 1930, fue hallado entre ejemplares comunes en una oficina del museo. Ambos se exhiben ahora juntos, permitiendo a los visitantes comparar sus encuadernaciones y reflexionar sobre su origen.

El crimen que dio origen a la pieza

William Corder fue acusado en 1827 de asesinar a su amante Maria Marten en un caso que captó la atención pública conocido como el asesinato del Red Barn. Tras su ejecución pública, su cuerpo fue diseccionado para fines científicos, como era costumbre en la época. El cirujano George Creed utilizó fragmentos de su piel para encuadernar un libro sobre el juicio, escrito por Jay Curtis. Este ejemplar llegó al museo en 1933. Años más tarde, otro libro parcialmente encuadernado con restos de Corder, donado por una familia vinculada a Creed, fue redescubierto.

La práctica de la bibliopegia antropodérmica, que consiste en encuadernar libros con piel humana, fue documentada desde el siglo XVI y se aplicó sobre todo en textos médicos o legales. Este método buscaba simbolizar la conexión entre el delito, el castigo y la memoria social.

Un debate ético en evolución

La exhibición de restos humanos genera fuertes dilemas éticos. En años recientes, museos de todo el mundo, como los de Harvard o Sídney, han retirado objetos de estas características para reconsiderar su exposición. Expertos sostienen que durante siglos los restos humanos fueron tratados como simples objetos, ignorando su valor simbólico y humano.

El Moyse’s Hall Museum decidió mostrar ambos libros en una galería dedicada a la criminalidad del siglo XVIII, junto a otros objetos históricos. Para abordar las preocupaciones del público, colocaron advertencias visibles en la entrada de la sala, permitiendo a los visitantes decidir si desean acceder.

Según las autoridades del museo, la intención no es generar morbo, sino ofrecer una mirada educativa y respetuosa hacia el pasado. Aunque no han recibido quejas formales por esta exposición, otras muestras, como una colección de gatos momificados, sí provocaron reacciones adversas.

Los análisis sugieren que ambas encuadernaciones pudieron provenir del mismo fragmento de piel de William Corder, aunque no existen pruebas definitivas. El museo considera que exhibir estos objetos contribuye a un debate necesario sobre cómo representar la muerte, la memoria y el cuerpo humano en las instituciones culturales.

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