Arce advirtió que la disputa por el litio y otros bienes naturales se ha convertido en el eje de la injerencia extranjera. Recordó que Bolivia posee la mayor reserva mundial de ese mineral y que los proyectos soberanos de industrialización enfrentan sabotajes para mantener al país atado a la lógica de exportador primario. “Nuestro proceso revolucionario, la economía y la soberanía sobre nuestros recursos están en riesgo”, sostuvo.
El presidente lamentó que sectores del MAS, encabezados por el exmandatario Evo Morales, hayan optado por el cálculo personal y lleguen incluso a coincidir con la derecha en el bloqueo legislativo y el ahorcamiento financiero del gobierno. “Esa complicidad allana el camino al retorno neoliberal”, denunció, comparando el cerco con el que Estados Unidos intenta asfixiar a Cuba.
Ante la fragmentación, Arce insistió en que la única defensa efectiva del pueblo boliviano reside en un partido de izquierda coherente y unido. Por ello, reiteró su renuncia como un gesto para allanar el “proceso de unificación” y confrontar a una derecha cuya meta final es “regalar nuestros recursos naturales al imperialismo”.
De cara a las elecciones, el mandatario llamó a que el pueblo ejerza su madurez política: decidir entre la entrega de los recursos al viejo bloque imperialista o profundizar una vía soberana de industrialización y desarrollo genuino. Mientras tanto, el Tribunal Supremo Electoral mantiene el calendario y la lista de candidaturas habilitadas, con la posibilidad de una segunda vuelta en octubre si ningún aspirante supera el 50 % de los votos.
Arce concluyó ratificando que el gobierno hará “todo el esfuerzo” para contener la ofensiva conservadora y garantizar unas elecciones pacíficas, convencido de que “la unidad popular es la única vía para sostener la revolución democrática y la propiedad colectiva de nuestros recursos estratégicos”.