La piel del rostro es el reflejo de nuestro estado de ánimo. 

Si luce opaca y poco hidratada dará la sensación de que la persona está agotada, débil, agobiada.

 

Nuestra piel se ve constantemente expuesta a una serie de agresiones: cambios de temperatura, viento, exposición a los nocivos rayos del sol, utilización de productos químicos agresivos e irritantes, uso del barbijo, transpiración entre otros. Todo eso hace que pierda su elasticidad, tornándose áspera, tirante y frágil.

 

No existe un tratamiento mágico, lo importante es una combinación adecuada y rutinas de cuidado para una piel sana y luminosa”

 

Es de público conocimiento que la pandemia nos desordenó.  Luego de un año y casi diez meses de pandemia aumentamos el pedido del delivery, redujimos el ejercicio y muchas veces modificamos nuestras horas de descanso.

Por más que usemos las mejores cremas si no modificamos nuestros hábitos nuestra piel seguirá estresada.

La piel depende en gran medida del estilo de vida.

 

Protegerse del sol y la contaminación, hacer ejercicio, llevar una alimentación equilibrada y variada, y dormir las horas necesarias cada día es esencial para una piel sana.

 

Los beneficios inmediatos de un buen cuidado son una piel más suave, más luminosa, lozana y a largo plazo esa humectación adecuada, primero, evita el deterioro natural del envejecimiento y también crea un microclima favorable para que la piel mantenga cierta elasticidad favoreciendo la generación de fibras colágenos y elásticas.

 

A todo esto, durante los meses de mayor radiación solar, se debe agregar los cuidados básicos, que consisten en:

– Retirar el maquillaje por la noche.

– No olvidarse, al levantarnos, de hidratar la piel.

– Generar una hábito de limpieza de la piel.

– No exponerse al sol entre las 11 y las 16 horas

– Preferir siempre la sombra

– Usar un filtro solar con FPS mayor a 30

– Usar sombreros y anteojos de sol

– Organizar actividades al aire libre temprano en la mañana y luego de las 16

– Cubrir la piel con ropa de trama gruesa o que posea filtro solar

– Usar ropa adecuada, inclusive en los días nublados, ya que los rayos ultravioletas también dañan la piel, así como las radiaciones reflejadas en la arena, agua, cemento o nieve

– Cada vez que se realice actividad física al aire libre debe utilizarse protección solar que sea resistente a la transpiración

– Hidratarse correctamente, ya que durante la práctica deportiva se pierden muchos líquidos y con éstos, vitaminas y minerales

– El protector hay que renovarlo cada dos horas y luego de cada baño en la pileta o en el mar, así como luego de sudoración excesiva

 

En este sentido, todos los hábitos influyen en la salud de la piel: comer saludable, madrugar, hacer ejercicio, dormir bien en tiempo y profundidad, sentirse bien. La importancia de comenzar a hacer más foco en cómo se está viviendo, ser conscientes de los hábitos y rutinas. Por supuesto que usar buenas cremas es un beneficio para la piel pero son los hábitos lo realmente la clave.

 

«Por más que usemos las mejores cremas si no modificamos nuestros hábitos  nuestra piel seguirá estresada»

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