Diseño mexicano en NY: «Todo aquí (en México) es volcánico»
Durante su estancia en México, entre 1938 y 1949, el arquitecto radical suizo Hannes Meyer escribió a su amigo y colega Hans Schmidt: «Todo aquí (en México) es volcánico»
«Everything Here Is Volcanic» reúne a 15 artistas, entre ellos Javier Senosiain, de quien se exhibe su banca «Lengua».
Con ello, el director de la Bauhaus que había arribado al País para crear un programa de urbanismo dentro del Instituto Politécnico Nacional —lo cual no llegaría a suceder— no se estaba refiriendo únicamente a la naturaleza impredecible de la geografía y «el paisaje pedregalesco».
«Sino también a las condiciones sociales y culturales de ese momento, uno de mucha agitación política, de mucha experimentación en el arte y en formas de organización social», cuenta en entrevista Mario Ballesteros, curador, editor e investigador de diseño independiente.
«Entonces, realmente creo que también habla de esta energía explosiva que él ve como característica del País», prosigue el fundador de la plataforma Ballista, «y que, de alguna manera, también él así entiende la imposibilidad de establecer un proyecto digamos moderno racional ortodoxo en México».
Un juicio poderoso que para Ballesteros sigue siendo válido y refleja la energía, el dinamismo, la diversidad y lo diferente que es a veces la producción en México. De ahí que decidiera titular así, Everything Here Is Volcanic, la exposición de diseño y arte contemporáneo que preparó para la galería neoyorquina Friedman Benda.
«(Esa frase) me pareció una muy buena manera de transmitir algo que es muy difícil a veces de categorizar o de definir a un público que quizás no está familiarizado con las condiciones ni históricas ni contemporáneas de México. Me pareció un buen punto de partida», refrenda sobre el proyecto que lleva gestándose más de dos años.
«Everything Here Is Volcanic» reúne a 15 artistas, entre ellos Javier Senosiain, de quien se exhibe su banca «Lengua».
A inaugurarse el próximo 12 de enero, presentando la obra de 15 diseñadores, artistas, arquitectos y creativos mexicanos emergentes, la muestra constituye la novena exhibición anual de la serie de curadores invitados con que suele dar inicio a su programa esta galería que representa diseñadores y artistas contemporáneos, pero que también tiene acervos de diseñadores del siglo 20, como Andrea Branzi o Wendell Castle.
«Es una galería súper interesante con un programa muy propositivo, muy experimental y muy de avanzada», califica Ballesteros, quien recibió la invitación luego de un fortuito encuentro virtual con Marc Benda, director de dicho espacio.
«Vieron una oportunidad en mi perfil y en el tipo de trabajo que había podido yo realizar para proponer un proyecto de exposición que realmente hablara y que encapsulara de alguna manera todo lo que está sucediendo hoy en este nicho del objeto, el diseño coleccionable y el objeto contemporáneo en México».
Así, buscando aprovechar tal foro para proyectar una imagen de la diversidad, la riqueza y la experimentación que percibe como característica de la producción contemporánea en México en este momento, Ballesteros elaboró una curaduría que congrega a figuras como Frida Escobedo, Pedro Reyes y Javier Senosiain.
Toda una serie de creadores difíciles de etiquetar debido a su quehacer artístico fluido y que no se cierra a categorías tradicionales; «justo es una de las líneas curatoriales que desde el principio me interesaron a mí y a la galería: estos cruces y esta contaminación creativa entre disciplinas», remarca Ballesteros, quien fuera curador invitado del Abierto Mexicano de Diseño en 2019.
Están ahí, por ejemplo, Bárbara Sánchez Kane, quien pasó de la ingeniería industrial al diseño de moda, y cuya práctica abarca distintos formatos de arte contemporáneo. O Fernando Laposse, que luego de una década en Londres volvió a México y lanzó un proyecto de sustentabilidad.
«Él trabaja con una comunidad en la sierra mixteca de Puebla, y con fibras naturales a partir de la regeneración, sobre todo con fibra de agave y maíz nativo», detalla el curador.
Asimismo, Lorena Ancona, creadora originaria de Quintana Roo que trabaja en barro y arcilla como con un lenguaje muy enraizado al territorio. Además de Víctor Barragán, quien desde Nueva York, donde radica y trabaja hace unos 12 años, está entrando al mundo de la escultura, de la pieza funcional o del objeto doméstico.
Una peculiar versión de una cocina tradicional es el aporte del estudio Tezontle, que se desempeña con concreto desde un acercamiento artesanal, mientras que el dúo Sangree exhibe un trío de esculturas neoprehispánicas de cerámica y piedra a gran escala. Y también hay una silla de montar BDSM (siglas que refieren a la práctica del bondage, la dominación, la sumisión, el sadismo y el masoquismo), hecha en cuero cincelado a mano por el diseñador y artista Aldo Álvarez Tostado.
«La lista es larga. Hay gente muy joven, gente nueva y gente de la vieja guardia», resalta Ballesteros.
«Me interesaba no cerrarme a una generación, y más bien buscar estas conexiones entre referencias, entre acercamientos a ciertos materiales. Y, sobre todo, como a retar la visión tradicional de lo que puede ser una pieza de diseño o de mobiliario».
Cabe mencionar que la mayoría de estas obras nuevas y recientes fueron comisionadas especialmente para la exposición, y el curador destaca en ese sentido la generosidad de Friedman Benda, donde permanecerán en exhibición un mes, hasta el 18 de febrero.
«Eso también ha sido muy especial: poder trabajar con tiempo y con los recursos necesarios para poder lograr este nivel de producción, que la verdad es de primer orden».
Si bien el tiempo de exhibición en Nueva York es breve, Ballesteros apunta los esfuerzos para darle continuidad a tal exploración. «Estamos hablando con un par de museos importantes de artes aplicadas y de arte contemporáneo aquí en México (…). Yo creo que en un año o un poquito más podremos ver algo de Todo aquí es volcánico en el País».
Finalmente, al curador le parece importante señalar lo que una muestra así representa para el diseño mexicano, encaminado hacia un momento de mucha relevancia, como en otras ocasiones ha sucedido ya con el arte, el cine o la gastronomía.
«Creo que el diseño, y en específico este diseño mucho más experimental, más arriesgado, más diverso, está también llegando a lo que yo espero que sea un momento igual de importante y que realmente impacte como se merece en la cultura contemporánea.
«Porque siento que ha sido un poco el patito feo de la cultura, el diseño», ilustra. «De hecho, muchas veces ni se considera como parte de la esfera de la cultura, y yo creo que eso está cambiando. Y esta exposición creo que es una muestra de ello».
Crédito: Manuel Zúñiga / Cortesía Mario Ballesteros