Tecnología en defensa del jaguar: inteligencia artificial para preservar a los grandes felinos de Yucatán
En lo más profundo de la reserva de Dzilam de Bravo, en la península de Yucatán, un innovador proyecto de conservación utiliza inteligencia artificial para proteger a uno de los animales más emblemáticos del continente: el jaguar. Esta iniciativa combina ciencia, tecnología y saberes locales para cuidar un hábitat clave para la reproducción de estos felinos en peligro.
En este entorno natural, entre cenotes y densa vegetación, los jaguares viven, cazan y se reproducen. Aquí, científicos y activistas trabajan desde 2022 en el proyecto Tech4Nature, una colaboración entre organizaciones como C Minds, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y el gobierno de Yucatán, con el apoyo de la empresa Huawei Cloud.
Un jaguar a la vez
Más de veinte cámaras trampa han sido instaladas a lo largo de las más de 60 mil hectáreas que abarca la reserva. Las imágenes captadas son analizadas por un algoritmo que, mediante patrones únicos de manchas en la piel, permite identificar individualmente a cada ejemplar. Hasta ahora, se ha logrado registrar a 16 jaguares, incluyendo hembras y crías, lo que confirma que la zona funciona como un espacio de reproducción, una verdadera “guardería de jaguares”.
El monitoreo se actualiza cada 40 días, y los datos recolectados son enviados a la Universidad Politécnica de Yucatán, donde se realiza el análisis técnico. Esta información no solo permite conocer la población, sino también comprender su comportamiento, desplazamiento y estado de salud.
Aunque el sistema de inteligencia artificial ha demostrado ser útil, los guías locales aseguran que hay más ejemplares de los que el algoritmo ha identificado. Benjamín Campos y Juan Castillo, quienes conocen el terreno desde hace décadas, estiman que hay más de 40 jaguares en la reserva. Durante un recorrido, detectan huellas frescas y rastros que indican la presencia cercana de un felino. En un momento, se detienen y en silencio escuchan la respiración de uno de ellos, a tan solo 50 metros de distancia.
Campos asegura que su filosofía es dejar que el jaguar lo encuentre a él, no al revés. Dice tener un profundo respeto por el animal. Su compañero Castillo expresa preocupación por el deterioro del ecosistema. Recuerda que hace tres décadas la zona estaba repleta de venados y jaguares, y teme que, sin acciones concretas de conservación, en el futuro solo queden en los libros.
Se estima que en México hay entre cuatro y cinco mil jaguares en estado salvaje, y más de la mitad habitan en la península de Yucatán. Esta región no solo es clave para su supervivencia biológica, sino también para su preservación cultural, ya que el jaguar ocupa un lugar central en las cosmovisiones indígenas mayas y aztecas.
Con cada paso, cada imagen y cada línea de código, la tecnología se convierte en una aliada para evitar que el rugido del jaguar se apague en las selvas mexicanas.
