«Lucha libre y fe: La iglesia donde los ‘pierrotazos’ se mezclan con los rezos»
En una iglesia anglicana de Inglaterra, los luchadores suben al cuadrilátero entre sermones y oraciones. Su creador, Gareth «Angel» Thompson, encontró en este deporte y en la fe un camino de redención.
Una iglesia donde el ring reemplaza al altar
En la iglesia anglicana de San Pedro, en Shipley (Inglaterra), los feligreses no solo reciben la palabra de Dios, sino también huracarranas, pierrotazos y costalazos. Aquí, la lucha libre profesional se mezcla con la fe cristiana en un espectáculo único: la Iglesia de la Lucha Libre.
La idea nació de Gareth Thompson, un exluchador de 37 años que encontró en este deporte y en la religión un escape a una vida marcada por el abuso y la indigencia. «La lucha libre fue mi salvación, igual que Jesús», asegura.
«El bien contra el mal»: La lucha como metáfora bíblica
Thompson, conocido en el ring como Gareth Angel, ve en la lucha libre una representación de las batallas espirituales. «Es como David contra Goliat, Caín contra Abel», explica. «Queremos contar estas historias a través de los combates».
La reverenda Natasha Thomas, líder de la parroquia, admitió que al principio dudó: «No estaba segura de en qué me metía». Pero ahora celebra que atraiga a nuevos públicos: «No es la iglesia tradicional, pero llega a gente que nunca habría entrado aquí».
Misas con llaves y bautizos entre rounds
En los eventos mensuales, casi 200 personas —desde niños emocionados hasta adultos tatuados— vitorean a los luchadores bajo las bóvedas del templo. Tras una breve homilía, el ring se convierte en el centro de atención.
«¡Ponlo fuera de combate!», gritan los asistentes, mientras los luchadores —algunos con nombres como Disciple o Flamin’ Daemon Crowe— se enfrentan en combates llenos de drama y acrobacias.
Entre rounds, la iglesia también ofrece bautizos. En su primer año, 30 personas se convirtieron al cristianismo gracias a estos eventos.
«Reza, come, lucha, repite»
Thompson no solo organiza funciones, sino también talleres de lucha para jóvenes en riesgo, clases de defensa personal para mujeres y grupos de apoyo mental. «Queremos ser un refugio», dice.
Algunos luchadores, como Kiara, campeona femenina de Kingdom Wrestling, han integrado su fe al deporte: «Ahora rezo antes de cada combate, pidiendo protección para mí y mi rival».
¿Sacrilegio o innovación?
Thompson sueña con expandir su proyecto a otras ciudades. «La gente dice que la lucha y la religión son falsas, pero para quienes creemos, son tan reales como el aire que respiramos», afirma.
En esta iglesia, los «amén» se gritan con la misma pasión que los «¡tíralo del tercer cordón!». Y, al menos por ahora, Dios y la lucha libre parecen llevarse bien.