La cerveza mexicana: una historia que se vive en cada brindis

En México, la cerveza no solo se bebe: se comparte, se recuerda y se celebra. Es parte del paisaje cotidiano y de la memoria colectiva. Está en las reuniones familiares, en los conciertos, en los asados improvisados y en las charlas que empiezan con un “¿te acuerdas de…?”. Sin necesidad de presentaciones, la cerveza mexicana se ha convertido en un lenguaje propio, en una emoción que se entiende sin palabras.

De acuerdo con el INEGI, esta industria genera el 65 % del valor total de las bebidas alcohólicas producidas en el país y emplea a más de 700 000 personas entre agricultores, trabajadores y distribuidores. Más de 5 000 productores de cebada participan en su cadena de valor, transformando un cultivo en un símbolo de identidad nacional.

Según un estudio de Deloitte, el sabor es el principal motivo de elección para el 91 % de los consumidores, seguido por la cremosidad de la espuma y el nivel de amargor. Pero más allá de las cifras, la cerveza mexicana representa algo más profundo: una forma de encuentro, de acompañar la comida, de hacer comunidad.

Una bebida que refleja a México

Desde la época colonial hasta el auge cervecero del siglo XIX, México ha sabido darle su toque único a esta bebida. Hoy el país es uno de los principales productores y exportadores del mundo, con marcas que van de lo tradicional a lo artesanal. En ellas se mezclan historia, ingenio y creatividad.

Cerveceros de México lanzó recientemente la campaña #DiCervezaSinDecirCerveza, una invitación a reconocer que esta bebida no necesita nombre para ser identificada. La iniciativa celebra a quienes la elaboran y a la cultura que la rodea, recordando que la cerveza forma parte de las historias que compartimos y de los momentos que construyen nuestra vida cotidiana.

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