Annie Pardo, madre de Claudia Sheinbaum: entre la ciencia y la preocupación maternal
Annie Pardo Cemo es una de las científicas más destacadas de México y, desde 2024, también es conocida como la madre de la presidenta del país, Claudia Sheinbaum. Aunque su trayectoria académica la ha llevado a ser profesora emérita de la Universidad Nacional Autónoma de México, su papel como madre no ha quedado en segundo plano, especialmente ahora que su hija ocupa uno de los cargos de mayor responsabilidad en la nación. Desde esa doble perspectiva —la científica rigurosa y la madre comprometida— Pardo ha compartido sus reflexiones, alegrías y preocupaciones sobre la vida pública de su hija.
En una entrevista reciente, la investigadora habló con franqueza sobre el estilo de vida de la presidenta, y cómo este le genera inquietudes. Mencionó, por ejemplo, que lo que más le preocupa es que Claudia no duerme lo suficiente por su ritmo de trabajo. Como cualquier madre, lo único que desea es que su hija también tenga tiempo para descansar y disfrutar de pequeños momentos lejos de la presión.
Annie recordó que fue una madre estricta, sobre todo en la crianza de sus hijos durante sus años más activos como científica. Contó que organizaba su día de manera que pudiera llevar a sus hijos a clases por las tardes mientras ella se dedicaba al laboratorio. Les daba clases de música o los inscribía en actividades como ballet, todo como parte de un esfuerzo por mantenerlos ocupados, pero también porque disfrutaba compartir con ellos sus intereses personales. Si ella quería aprender guitarra, también se los llevaba a ellos para que lo intentaran. Reconoce que su esposo era más flexible, mientras que ella asumía el papel más firme dentro de la familia.
Una madre que también sufre los embates de la política
Aunque ha sido testigo del éxito profesional y personal de sus hijos, y se siente orgullosa del compromiso de Claudia con el país, no ha sido fácil para ella enfrentar la exposición pública que conlleva ser madre de una figura política. Ha expresado su molestia ante los comentarios negativos y falsedades que circulan en redes sociales, especialmente en plataformas como Twitter, donde dice que ha leído cosas que la llenan de rabia. Asegura tener «mecha corta» y que este tipo de situaciones la alteran profundamente.
También reconoció que ha sentido miedo y ansiedad a lo largo de su vida, especialmente cuando uno de sus hijos o nietos se enferma. Dijo que esta aprensión está ligada en parte a su formación científica, que le ha dado una sensibilidad particular hacia los riesgos de salud.
Admitió que la relación con sus hijos no siempre fue perfecta. Durante la adolescencia, como ocurre en muchas familias, surgieron diferencias y discusiones, pero esas etapas difíciles fueron necesarias para que cada uno desarrollara su propia identidad e independencia. A pesar de esas tensiones naturales, hoy se siente satisfecha de haber criado personas trabajadoras, entusiastas y comprometidas con sus pasiones.
Una vida dedicada a la ciencia y a su familia
Annie Pardo nació en el seno de una familia de inmigrantes europeos que llegaron a México huyendo de la persecución nazi. Desde pequeña mostró un interés por la naturaleza, que se fortaleció gracias a los paseos con su padre por Insurgentes Sur, donde observaban la lava petrificada del volcán Xitle. Esos momentos sembraron la semilla que años más tarde la llevaría a estudiar Biología en la Facultad de Ciencias de la UNAM.
Como muchos jóvenes, al terminar su carrera sintió cierta desilusión y confusión vocacional. Fue hasta que ingresó al posgrado en Ciencias Biológicas en el Instituto Politécnico Nacional, en plena efervescencia del movimiento estudiantil de 1968, que encontró su verdadera vocación. Desde entonces, su trayectoria ha sido constante y ejemplar en la ciencia mexicana, lo que le valió ser reconocida con el Premio Nacional de Ciencias.
Hoy, a sus más de 80 años, continúa activa como investigadora y mantiene firme su compromiso con la educación, la ciencia y los derechos humanos. Su vida ha sido una mezcla de rigor académico, convicción ética y una profunda entrega a su familia. Aunque ahora el apellido Pardo resuena en el escenario político, su historia sigue siendo, sobre todo, la de una madre que acompaña con amor y orgullo el camino de su hija presidenta.