Al menos 50 especies animales mexicanas han desaparecido: casi todas por culpa del ser humano
México, uno de los países con mayor biodiversidad del mundo, carga con una paradoja dolorosa: es también uno de los que más especies ha perdido en las últimas décadas. Según el listado más reciente de la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT, al menos 50 especies animales mexicanas están catalogadas como probablemente extintas en vida silvestre, y en la inmensa mayoría de los casos, la acción humana ha sido la principal causante.
Un análisis de las causas revela que en más del 90% de las extinciones la desaparición ha sido producto de la transformación del hábitat, la contaminación, la introducción de especies invasoras, la caza indiscriminada o el exterminio deliberado. En otras palabras: el ser humano ha sido el principal depredador.
Especies mexicanas extintas y las causas detrás de su desaparición
1. Foca monje del Caribe (Monachus tropicalis)
Declarada extinta oficialmente en 2008. Cazada por su grasa desde la época colonial hasta su desaparición en los años 50.
2. Oso gris mexicano (Ursus arctos horribilis)
Exterminado por ganaderos y el gobierno mexicano en la primera mitad del siglo XX, tras campañas que lo consideraban una amenaza.
3. Caracara de Guadalupe (Caracara lutosa)
Exterminado intencionalmente por colonos y pastores en la isla Guadalupe a finales del siglo XIX. Su agresividad era malinterpretada como peligrosa.
4. Zanate de Lerma (Quiscalus palustris)
Extinto debido a la desecación de humedales del Valle de Toluca por expansión urbana y agrícola.
5. Paloma de Socorro (Zenaida graysoni)
Extinta en vida silvestre. Sobrevivientes en cautiverio. Fue víctima de la introducción de gatos y ratas en la isla Socorro.
6. Cachorrito de Potosí (Megupsilon aporus)
Pececillo endémico de un manantial en San Luis Potosí. Su hábitat fue destruido por el desvío del agua y la urbanización. Confirmado extinto en 2014.
7. Rata arrocera de Nelson (Oryzomys nelsoni)
Endémica de las Islas Marías, desapareció tras la introducción de depredadores y la modificación de su entorno natural.
8. Guayacón bonito (Priapella bonita)
Pez extinto por pérdida de su hábitat en Veracruz. Su entorno fue contaminado y alterado por actividades agroindustriales.
9. Carpa de Parras (Stypodon signifer)
Había sido registrada en los manantiales de Parras, Coahuila. Su extinción se atribuye a la sobreexplotación del acuífero y a la contaminación.
Un patrón claro: la devastación del hábitat
Entre las causas más frecuentes destaca la pérdida de hábitat por urbanización, monocultivos, deforestación y represas. Las especies invasoras —introducidas por el ser humano, como gatos, ratas o peces exóticos— también han sido letales para especies endémicas, especialmente en islas.
El exterminio deliberado, sobre todo en el caso de grandes mamíferos o aves carroñeras, ha sido impulsado por prejuicios o por intereses económicos. La contaminación de cuerpos de agua ha borrado ecosistemas enteros sin que se establezcan mecanismos de protección adecuados.
México: biodiverso, pero vulnerable
A pesar de su riqueza natural, México carece de mecanismos suficientemente eficaces para conservar su fauna. Muchos de los cuerpos de agua donde habitaban especies únicas carecían de protección oficial o quedaron fuera de planes de conservación.
El caso del Lago de Parras, del río Potosí o de los humedales de Lerma evidencian que la desaparición de una especie no es un evento aislado, sino el resultado de modelos de desarrollo que privilegian el beneficio económico inmediato sobre el equilibrio ecológico.
¿Qué sigue?
Aún hay tiempo para evitar nuevas pérdidas. Expertos proponen:
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Fortalecer la normatividad ambiental, especialmente la NOM‑059‑SEMARNAT.
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Establecer mecanismos de monitoreo y protección legal para hábitats vulnerables.
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Combatir la introducción de especies invasoras y restringir actividades contaminantes.
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Fomentar la educación ambiental como eje estratégico en comunidades cercanas a ecosistemas frágiles.
La extinción no es una catástrofe natural: es el reflejo de una voluntad política ausente, de una economía depredadora y de una sociedad que aún no comprende que la pérdida de una especie es una herida profunda en nuestra historia colectiva.