El cielo de septiembre en México: lluvia de estrellas, Saturno brillante y el equinoccio que marca la temporada
Septiembre no solo huele a pozole, banderas y mariachi: también será un mes lleno de fenómenos astronómicos que invitan a mirar al cielo como lo hacían nuestras culturas ancestrales. Aunque los eclipses de este mes no se verán en México, habrá lluvias de meteoros, fases lunares, planetas en su punto más luminoso y el equinoccio de otoño, ese instante en que el día y la noche duran casi lo mismo y que los antiguos mexicanos registraron en sitios sagrados como Chichén Itzá y Teotihuacán.
El calendario astronómico comenzó con las Aurígidas el 1 de septiembre, una lluvia discreta de hasta 10 meteoros por hora antes del amanecer. El 9 llegan las Épsilon-Perseidas, también modestas pero capaces de regalar destellos fugaces en cielos oscuros. Y hacia el 27 será el turno de las Sextántidas diurnas, más difíciles de apreciar porque coinciden con la luz del Sol. No son espectáculos multitudinarios, pero sí recordatorios de que la Tierra viaja entre restos de cometas que cruzan nuestro camino.
La Luna tendrá un papel estelar. El 7 de septiembre lucirá en todo su esplendor con la Luna de Maíz, llamada así por coincidir con las cosechas, y que en México se siente muy cercana al Día Nacional del Maíz del 29. Luego, el 14 entrará en cuarto menguante, ideal para telescopios y observación de galaxias, y el 21 será Luna nueva, justo a tiempo para acompañar al plato fuerte del mes: la oposición de Saturno.
Ese 21, el planeta de los anillos brillará como nunca, visible toda la noche. Quien tenga un telescopio podrá distinguir sus anillos y hasta Titán, su luna mayor. Un día después, el 22 de septiembre, llegará el equinoccio de otoño a las 12:19 p.m. hora de México. Es el momento en que el Sol se alinea con el ecuador y el día y la noche duran casi lo mismo, un fenómeno que por siglos marcó el inicio de cosechas, fiestas y rituales.
Así, septiembre no solo será mes patrio en la Tierra, sino también una fiesta celeste. Basta mirar al cielo para entender que las estaciones cambian, pero la maravilla de observar el universo sigue siendo la misma.
