Animales con verrugas y malformaciones encienden alertas en Estados Unidos

En zonas rurales del noreste de Estados Unidos, vecinos comenzaron a reportar la presencia de ardillas con extrañas verrugas y pérdida de pelo. Las imágenes circularon en redes y rápidamente surgió el término de ardillas zombis, recordando a los conejos que meses atrás fueron vistos en Colorado con malformaciones que les dieron el mismo apodo.

Los primeros reportes aparecieron en Maine durante el verano de 2023. Testigos describieron que los animales muestran verrugas en la cara, alrededor de la boca y en algunos casos hasta en los genitales. La bióloga Shevenell Webb, del Departamento de Pesca Continental y Vida Silvestre de Maine, confirmó que se trata de viruela de la ardilla, provocada por el virus Leporiporox o fibromatosis.

Aunque el aspecto resulta impactante, las autoridades aseguran que no representa peligro para humanos, perros o gatos. En la mayoría de los casos, las ardillas logran recuperarse de manera natural en un plazo de cuatro a ocho semanas. La enfermedad se transmite principalmente por picaduras de insectos y también en comederos para aves, donde los animales dejan saliva que contagia a otros ejemplares.

Una amenaza solo para la fauna silvestre

El Departamento de Recursos Naturales de Indiana señala que en ardillas la enfermedad aparece como tumores que no suelen superar los 25 milímetros. Solo en casos poco frecuentes se extienden a órganos internos y afectan la salud general, volviendo al animal débil y letárgico.

Las autoridades remarcan que la mayoría de los animales infectados sobrevive, aunque su aspecto alimente rumores y comparaciones con criaturas de películas de terror. En el Reino Unido existe otro tipo de viruela que sí resulta letal para las ardillas rojas, pero no es el caso en Norteamérica, donde las grises actúan como portadoras sin mayores consecuencias.

La recomendación para quienes habitan en zonas donde circulan estos animales es retirar los comederos de aves y mantener limpios los jardines, con el fin de reducir los espacios que facilitan el contagio. La vigilancia ciudadana se considera clave para detectar y estudiar los brotes, evitando confusiones y protegiendo tanto a la fauna silvestre como al entorno doméstico.

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