El Eternauta: cuando la ficción y la historia se cruzan
Una noche helada, un hombre aparece frente a un guionista, agotado y confundido. Dice venir de otro tiempo, relata una invasión que lo obliga a viajar por la nieve, por criaturas alienígenas con decenas de dedos y por un mundo que no reconoce, solo para reencontrarse con su familia. Así comienza El Eternauta, la historieta argentina que Héctor Germán Oesterheld escribió en 1957, y que hoy, más de seis décadas después, sigue viva, como si las páginas respiraran la memoria de su autor.
Oesterheld no sobrevivió a la historia que él mismo imaginó. En 1977 fue secuestrado y desaparecido por la dictadura argentina, víctima de su militancia política. Su familia también fue atacada: cuatro hijas y yernos desaparecieron; solo sobrevivieron su esposa Elsa Sánchez y dos nietos, Fernando Araldi y Martín Oesterheld. Martín, el último en ver a su abuelo con vida, recuerda esa tarde en que, tras la pérdida de sus padres, fue llevado a la casa de su abuela. Allí, en una pequeña casita al fondo del terreno, descubrió el universo de El Eternauta: guiones, revistas, fotos, manuscritos. Para él, aquel espacio se volvió refugio, memoria y juego.
Al ordenar los materiales, Martín entendió que la historia le hablaba directamente: Juan Salvo, el protagonista, buscaba a su familia en medio del desastre, como él en la vida real. La casa dibujada en las viñetas coincidía con la de sus abuelos, aquella que los militares atacaron con bombas. Ficción y realidad se entrelazaban de manera inquietante, transformando la lectura en una experiencia intensa y personal.
Una épica de la gente común
El Eternauta no es solo aventura y ciencia ficción. Es política, memoria y reflejo social. Los personajes enfrentan colectivamente amenazas oscuras, y la historia, escrita desde Argentina, ofrece una perspectiva distinta a la ciencia ficción anglosajona de la Guerra Fría. Para Martín, cada página era un diálogo con su abuelo y con su propio pasado.
La reciente adaptación de Netflix respetó ese espíritu. Martín y su esposa participaron como productores ejecutivos y consultores creativos, asegurando que la serie se filmara en Argentina y se hablara en español. Ricardo Darín encarna a Juan Salvo, y la producción logra transmitir la tensión, el simbolismo y la universalidad de la obra, conectando con audiencias internacionales sin perder su mirada local.
Aunque Héctor Oesterheld sigue desaparecido, su obra sobrevive. El Eternauta es hoy una épica de la gente común, un testimonio de resistencia y memoria, y una ventana donde ficción e historia se encuentran para recordarnos que la cultura puede desafiar al olvido y seguir viva a través de las generaciones.