Un reptil con cresta del Triásico desafía las ideas sobre la evolución

El hallazgo de una especie fósil con una compleja cresta dorsal está replanteando lo que se sabía sobre la evolución de los reptiles. Se trata del Mirasaura grauvogeli, un pequeño animal arborícola que vivió hace 247 millones de años, en el Triásico Medio temprano, y cuyo nombre significa “reptil maravilloso de Grauvogel” en honor a Louis Grauvogel, el coleccionista que encontró los primeros restos en el noreste de Francia en la década de 1930.

Este reptil poseía una cresta compuesta por apéndices superpuestos, con contorno semejante al de una pluma y una cresta central estrecha. Aunque no tenían las delicadas ramificaciones de las plumas verdaderas, compartían algunas similitudes estructurales y pigmentarias, ya que presentaban melanosomas, células productoras de pigmento que en las aves dan color a las plumas. Los investigadores creen que esta cresta servía como medio de exhibición ante otros miembros de su especie y que su desarrollo ocurrió de manera independiente a la evolución de las plumas en aves y dinosaurios.

El estudio, dirigido por Stephan Spiekman y Rainer Schoch del Museo Estatal de Historia Natural de Stuttgart (Alemania) y publicado en Nature, señala que es la primera evidencia directa de estructuras cutáneas complejas en etapas tempranas de la evolución de los reptiles, en grupos no emparentados con las aves. Esto sugiere que la base genética para el crecimiento de este tipo de apéndices podría haberse originado hace más de 300 millones de años, durante el Carbonífero.

Un cambio en la imagen de los reptiles prehistóricos

Hasta finales de los años noventa, la visión común era que los reptiles, incluidos los dinosaurios, estaban cubiertos de escamas, y que solo las aves verdaderas tenían plumas. El descubrimiento en China de dinosaurios emplumados no aviares provocó una revolución en la paleontología, transformando la imagen de estos animales de lentos y escamosos a dinámicos y, en muchos casos, más parecidos a las aves. Sin embargo, el Mirasaura grauvogeli revela que la historia es más compleja: existieron reptiles con estructuras similares a plumas mucho antes de la aparición de los dinosaurios.

El análisis de los fósiles, realizado con tecnología de imágenes de sincrotrón en el ESRF europeo, permitió reconstruir un cráneo con rasgos semejantes a los de un ave: hocico estrecho y casi sin dientes, grandes cuencas oculares orientadas hacia adelante y una bóveda craneana amplia. Es probable que se alimentara de insectos que extraía de grietas en la madera.

El Mirasaura pertenece al grupo de los drepanosauromorfos, reptiles del Triásico conocidos por su extraña anatomía. Tenían extremidades anteriores prensiles, en ocasiones con una gran garra parecida a la del Velociraptor, cuerpos alargados, colas largas y prensiles y manos adaptadas para aferrarse a las ramas, semejantes a las de algunos primates. Algunas especies contaban incluso con una garra en forma de gancho en la punta de la cola para colgarse.

Los primeros restos permanecieron sin identificar durante décadas, hasta que recientes trabajos de preparación y análisis revelaron la singularidad de su cresta dorsal. Para los investigadores, este hallazgo es un recordatorio del potencial creativo de la evolución, capaz de generar estructuras parecidas en distintas ramas del árbol de la vida, así como formas únicas que no se repiten. El Mirasaura no solo amplía el registro fósil, sino que desafía las nociones previas sobre el origen y la diversidad de las estructuras cutáneas complejas en los vertebrados.

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