Reina Victoria: archivos revelan un amor prohibido y el misterio de un posible hijo oculto
La figura de la reina Victoria de Inglaterra, símbolo de poder y moral victoriana durante el siglo XIX, vuelve a ser objeto de escrutinio con la apertura de archivos familiares y nuevas investigaciones que cuestionan su imagen oficial. Documentos, cartas y testimonios ponen en duda el relato tradicional de una monarca viuda y austera, revelando una historia marcada por la pasión, el encubrimiento y la posibilidad de un hijo ilegítimo.
Uno de los ejes de esta revisión histórica es su vínculo con John Brown, un sirviente escocés que cobró gran influencia tras la muerte del príncipe Alberto en 1861. Victoria, devastada por la pérdida, se retiró a Balmoral, su finca en Escocia, donde Brown, primero como ayudante de campo y luego como Sirviente de las Tierras Altas, se convirtió en su compañía constante. La cercanía generó rumores entre la corte y la prensa, que llegaron a hablar de un embarazo, especialmente tras la prolongada ausencia de la reina de actos públicos.
La historiadora Fern Riddell, autora del libro Victoria’s Secret: La Pasión Privada de una Reina, sostiene que existió una relación amorosa entre ambos, e incluso un posible matrimonio secreto. Apoya su tesis con cartas, testimonios y objetos personales, como un molde de la mano de Brown encargado por la propia reina. También cita la confesión en el lecho de muerte de un capellán real que afirmó haberlos casado. En Escocia, las leyes permitían matrimonios no registrados si había intercambio de votos, lo que refuerza la hipótesis de una unión irregular.
Victoria no negó públicamente los rumores. De hecho, encargó una pintura en la que aparece a caballo junto a Brown, rodeada de documentos oficiales, una imagen que en 1866 fue interpretada como una señal de cercanía inusual. La prensa satírica y algunos periódicos europeos comenzaron a llamarla “la Sra. Brown”, mientras los cortesanos referían al escocés como “el amante de mamá”.
La muerte repentina de Brown en 1883 marcó un antes y un después. Victoria, profundamente afectada, intentó preservar su memoria, pero sus asesores iniciaron un proceso de encubrimiento. Se destruyeron cartas, diarios y borradores de memorias. Su hijo y sucesor, el futuro Eduardo VII, ordenó retirar retratos y referencias de Brown en los espacios oficiales, consolidando una imagen de la reina desvinculada de cualquier escándalo.
Sin embargo, el interés por la relación persistió. El libro Empress Brown, de Tom Cullen, publicado en 1969, incluyó una carta de Victoria al hermano de Brown donde expresaba su afecto. A lo largo del tiempo, otros autores como Yvonne M. Ward, Lucy Worsley y Julia Baird analizaron aspectos íntimos de Victoria, desde su salud mental hasta su sexualidad. Mientras algunas investigaciones ven posible una relación romántica con Brown, otras consideran que las versiones sobre un amor físico reflejan prejuicios de época hacia la viudez y la mujer madura.
Uno de los puntos más controversiales es la sospecha de un hijo nacido en secreto. Angela Webb-Milinkovich, descendiente del hermano de Brown, relató que su familia siempre habló de una línea ilegítima. Hugh Brown y su esposa emigraron a Nueva Zelanda en los años 60 del siglo XIX, registraron el nacimiento de una hija y, tiempo después, regresaron al Reino Unido con un viaje financiado por la reina. Riddell no ofrece pruebas concluyentes, pero afirma que la edad y estado de salud de Victoria no impedían un embarazo, y recuerda que la reina expresó deseos de tener otro hijo tras la muerte de Alberto.
Las barreras legales y técnicas para realizar pruebas de ADN hacen que esta posibilidad siga siendo un enigma. La investigación no busca certezas absolutas, sino abrir nuevas interpretaciones sobre una figura históricamente idealizada. Lo que sí parece claro es que la familia Brown era consciente de la relación especial entre John y la reina, y que detrás de los muros de palacio se tejió una historia íntima que desafía la narrativa oficial.
El caso de Victoria revela cómo el poder, el amor y el deber se entrelazan en la historia, y cómo incluso los archivos más antiguos aún pueden sorprender a quienes buscan comprender a quienes marcaron el rumbo de una era.