Científico de Harvard asegura que ya revirtieron el envejecimiento en animales y pronto comenzarán con humanos
David Sinclair, profesor de genética en la Universidad de Harvard, anunció que su laboratorio ha logrado revertir el envejecimiento en ratones y monos mediante terapias genéticas basadas en la reprogramación epigenética. La primera etapa de ensayos clínicos en humanos comenzará en enero del próximo año.
Durante una entrevista en el podcast Moonshots, el investigador explicó que lograron restaurar la juventud de tejidos en animales al activar genes conocidos como factores de Yamanaka. Este proceso no solo mejoró la apariencia física de los sujetos tratados, sino que revirtió la edad biológica medible, particularmente en tejidos como el nervio óptico.
En ratones, un tratamiento de cuatro semanas con un cóctel molecular redujo su edad epigenética y mejoró su salud general. En monos verdes, el rejuvenecimiento del nervio óptico fue comprobado científicamente, lo que permitió a Sinclair y su equipo avanzar hacia una nueva etapa: ensayos clínicos con humanos, que iniciarán con terapias para enfermedades oculares como glaucoma y neuropatía óptica isquémica.
Restablecer la juventud celular y extender la vida saludable
El fundamento detrás de este enfoque está en lo que Sinclair llama la “teoría de la información del envejecimiento”, que sostiene que el envejecimiento ocurre principalmente por la pérdida de información epigenética, no por el deterioro del ADN en sí. El epigenoma, encargado de controlar qué genes se activan o desactivan, pierde precisión con los años, y eso desorganiza el funcionamiento celular.
El equipo de Harvard ha descubierto cómo restaurar esa información perdida sin necesidad de clonar al organismo. Esta reprogramación genética controlada permite que células adultas vuelvan a comportarse como células jóvenes. Sinclair afirma que este proceso, antes considerado ciencia ficción, es ahora parte del trabajo rutinario en su laboratorio.
Con el apoyo de inteligencia artificial y robótica, el equipo busca ahora simplificar los tratamientos. Están desarrollando compuestos rejuvenecedores que podrían tomarse por vía oral, con la idea de que en el futuro bastará una pastilla durante algunas semanas para revertir los efectos del envejecimiento. Además de la genética, exploran combinaciones con fármacos existentes y otras estrategias epigenéticas.
Implicaciones económicas, desafíos y visión a futuro
Las consecuencias de estos avances no se limitan al ámbito médico. Estudios de Harvard, Oxford y la London School of Business calculan que prolongar un solo año de vida saludable podría representar un impacto económico positivo de billones de dólares, al reducir los costos de salud y dependencia y aumentar la productividad.
Sinclair utilizó el ejemplo de su padre, quien con más de 80 años sigue activo, para ilustrar el impacto social de vivir más años con buena salud. Pero advirtió que los obstáculos persisten. La investigación en longevidad enfrenta escasez de financiamiento académico, falta de apoyo institucional y estigmas científicos. En palabras del experto, “la falta de inversión pone en riesgo vidas y décadas de avances”.
Pese a ello, el respaldo privado ha aumentado, con inversiones provenientes de figuras del ámbito tecnológico y financiero como Jeff Bezos, Sam Altman y Brian Armstrong. Sin embargo, Sinclair recalcó que su meta es democratizar el acceso a estas terapias para que no sean privilegio de unos pocos.
A largo plazo, su equipo también trabaja en tratamientos corporales completos. En un experimento, ratones tratados vivieron hasta un 101% más que los controles, lo que sugiere que duplicar la longevidad humana podría ser técnicamente posible si se avanza en la implementación segura y masiva de estas terapias.
Convencido de que la primera persona en alcanzar los 150 años ya nació, Sinclair llamó a gobiernos, instituciones y sociedad a apoyar el desarrollo científico que permita extender la vida de forma saludable. Para México, donde la esperanza de vida enfrenta retrocesos por enfermedades crónicas, estos avances podrían representar una oportunidad transformadora si se garantiza el acceso equitativo y el impulso a la investigación.
