Retroceso laboral para mujeres en México: más exclusión y mayor informalidad
En mayo de 2025, alrededor de 282 mil mujeres dejaron de formar parte del mercado laboral en México, lo que redujo la participación económica femenina del 47.0% al 45.8% en solo un año. Esto ocurrió a pesar de que la población económicamente activa (PEA) creció en más de 236 mil personas, impulsada exclusivamente por los hombres, quienes pasaron de 34.9 a 35.4 millones de ocupados, alcanzando una participación económica del 74.9%.
En contraste, el promedio nacional de participación descendió de 60.5% a 59.5%. Esto significa que, aunque hay más personas disponibles para trabajar, proporcionalmente menos se están integrando al mercado laboral, un indicio de la persistente exclusión de sectores vulnerables, en particular de mujeres en edad productiva.
Este retroceso se enmarca en un escenario de alta precariedad laboral. En mayo, el 54.9% de las personas ocupadas —32.9 millones— trabajaban en el sector informal, una proporción superior al 54.4% del mismo mes en 2024. Esto indica que buena parte de los empleos generados están fuera del marco legal y carecen de protección laboral, como seguridad social o prestaciones.
Más empleo, pero de menor calidad
La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), también reveló que la tasa de desocupación aumentó ligeramente de 2.6% a 2.7%, con un total de 1.7 millones de personas que buscaban empleo sin conseguirlo. Aunque el incremento parece marginal, da cuenta de las dificultades de acceso al empleo para ciertos grupos, incluidos jóvenes, mujeres y personas con baja escolaridad.
La subocupación —personas con trabajo que desean y pueden laborar más horas— descendió levemente, de 7.4% a 7.1%, lo que representa a 4.3 millones de personas. De ellas, el 44.5% eran empleados subordinados y remunerados, mientras que el 43.2% trabajaban por cuenta propia. Por género, las tasas fueron prácticamente equivalentes: 7.0% en mujeres y 7.1% en hombres.
En términos de sectores, los servicios siguen siendo el mayor generador de empleo en el país, con 26.5 millones de ocupados (44.3% del total). Le siguen el comercio, con 11.7 millones (19.5%) y la industria manufacturera, con 9.6 millones (16%). Otros sectores, como la agricultura, la construcción y el transporte, concentraron el resto de los empleos registrados.
Respecto al tipo de ocupación, el 69.5% de los trabajadores son subordinados con remuneración, el 21.7% laboran por cuenta propia, el 5.6% se identifican como empleadores y un 3.2% trabaja sin recibir ingresos.
Estos datos reflejan una estructura laboral marcada por desigualdades persistentes entre hombres y mujeres, y por una expansión del empleo informal que limita el acceso a derechos fundamentales. La caída en la participación femenina sugiere no sólo barreras estructurales de género, sino también la falta de condiciones laborales adecuadas para la conciliación entre empleo y vida personal, una de las principales causas del abandono laboral femenino.
La información presentada por el Inegi permite observar más allá de las cifras de empleo. Revela la calidad del trabajo, las brechas entre géneros, el impacto de la informalidad y la necesidad urgente de diseñar políticas públicas orientadas a la inclusión y al trabajo digno. Las cifras también insisten en un desafío: revertir el retroceso y garantizar que más mujeres puedan acceder y permanecer en empleos con derechos, estabilidad y oportunidades reales de desarrollo.
