Una casa de vidrio y conciencia en la Isla Itamaracá
En la paradisíaca Isla Itamaracá, en Brasil, una iniciativa familiar está dando un nuevo significado al reciclaje y la sostenibilidad. Edna, una educadora socioambiental, y su hija Gabrielly, construyeron una casa utilizando más de 8.000 botellas de vidrio recicladas, convirtiendo los residuos del turismo en un símbolo de conciencia ambiental. La vivienda, bautizada como Casa de Sal, no solo es un espacio habitable, sino también un manifiesto ecológico.
La idea nació en plena pandemia, cuando la actividad turística se redujo y quedaron a la vista los restos que normalmente pasaban desapercibidos: botellas, tubos de pasta dental, palets y fragmentos de vidrio arrastrados por el mar. Al observar esta acumulación de basura, Edna decidió actuar. “Quiero construir una casa con botellas de vidrio”, dijo en aquel momento, dando inicio a un proyecto que transformaría residuos en recursos.
Durante dos años, madre e hija recolectaron materiales abandonados en las playas y alrededores. Con creatividad y esfuerzo, levantaron una estructura robusta utilizando madera reciclada y miles de botellas de vidrio que hoy forman las paredes de la Casa de Sal. Cada botella incrustada no solo sostiene la estructura, sino que también narra la historia de un objeto que fue desechado y renació como parte de un hogar.
“Mi infancia estuvo marcada por la creatividad”, comentó Edna a AS, resaltando que esa capacidad de ver oportunidades en lo que otros consideran basura es lo que guió todo el proceso. Su casa no solo desafía los modelos tradicionales de construcción, sino que también educa e inspira a quienes la visitan, promoviendo el respeto por el medioambiente desde lo cotidiano.
En un mundo donde los desechos aumentan cada día, iniciativas como la de Edna y Gabrielly en Itamaracá recuerdan que, con visión y compromiso, es posible construir un futuro más sostenible, botella por botella.