Fracaso en clave de algoritmo: el Milan cae en el experimento de RedBird
El AC Milan, uno de los clubes más laureados del fútbol mundial, atraviesa una de las crisis más profundas de su historia reciente. La promesa de una revolución basada en estadísticas y algoritmos, impulsada por Gerry Cardinale y el fondo estadounidense RedBird Capital, acabó sepultando un proyecto que, apenas tres años atrás, se alzaba con el Scudetto y aspiraba a conquistar Europa.
Cardinale, exbanquero neoyorquino y fundador de RedBird, compró el Milan en 2022 por 1,200 millones de euros. La operación incluyó un préstamo de 550 millones del fondo Elliott Management, anterior dueño del club, con un alto interés del 8%. Desde entonces, el club acumula una deuda de casi 500 millones, garantizada con el 99.93% de sus acciones, lo que pone al Milan en riesgo de regresar a manos de Elliott si RedBird no cumple con los pagos antes de 2028.
De campeón a la irrelevancia europea
En 2022, el Milan se coronaba campeón de la Serie A después de más de una década sin título. El equipo contaba con jóvenes figuras como Rafael Leão, Theo Hernández, Mike Maignan y Sandro Tonali, todos descubiertos bajo la gestión de Paolo Maldini como director deportivo. Pero la llegada de RedBird marcó un giro radical.
Cardinale desestimó la influencia de Maldini, lo despidió en 2023 y vendió a Tonali, uno de los ídolos del equipo, al Newcastle por 50 millones de euros. A partir de ahí, el proyecto comenzó a desmoronarse.
Inspirado por la filosofía «Moneyball», Cardinale colocó a Billy Beane —figura clave en el uso de estadísticas en el béisbol— en el consejo del club. El objetivo era aplicar un enfoque numérico al reclutamiento de futbolistas, priorizando datos por encima del talento identificado por ojeadores. Este modelo funcionó en el Toulouse, otro equipo propiedad de RedBird en Francia, pero al aplicarse al Milan fracasó estrepitosamente.
En la temporada 2024-2025, el Milan finalizó en octavo lugar, fuera de competiciones europeas y a 19 puntos del Napoli. Fue eliminado en la Champions por el Feyenoord y su única alegría fue una Supercopa de bajo perfil. La caída significó una pérdida de 50 millones de euros en ingresos por UEFA y patrocinios.
El rechazo de la afición
La reacción de los hinchas no se hizo esperar. La protesta más simbólica ocurrió en el último partido de la temporada, cuando los ultras de la Curva Sud formaron la frase “Go Home” con sus cuerpos y abandonaron el estadio a los 15 minutos. El Milan venció 2-0 al Monza, pero la victoria fue irrelevante ante la magnitud del rechazo.
La afición también se manifestó en Casa Milan, exigiendo la venta del club y el regreso de Maldini. La imagen de Cardinale celebrando el Scudetto en 2022 contrasta hoy con la de un directivo ausente, que no pisa San Siro desde septiembre y que considera que “ganar es aburrido”.
Mientras el Inter —eterno rival— llega a finales europeas y se consolida como modelo de gestión, el Milan parece atrapado en un experimento fallido. La plantilla actual se devalúa, figuras como Theo Hernández, Maignan, Leão y Pulisic consideran marcharse, y el Manchester City ya negocia la compra de Tijjani Reijnders, considerado el mejor mediocampista de la Serie A.
A esto se suma el fiasco del nuevo estadio: RedBird invirtió 40 millones en terrenos, pero el proyecto está estancado por la burocracia, mientras el histórico San Siro continúa su deterioro.
La gestión de Cardinale convirtió al Milan en una cifra más dentro de una hoja de cálculo, ignorando la esencia y la historia de un club con siete Champions y 125 años de tradición. Para los millones de seguidores rossoneri en el mundo, el veredicto es unánime: esta revolución financiera no solo no funcionó, sino que los dejó huérfanos de identidad.