La piedra que valía más que el oro para los aztecas

  • La obsesión mexica por la obsidiana verde y el comercio que superó fronteras y enemistades

Para los aztecas, el oro no era más que un metal brillante con cierto encanto, útil quizá para adornar o impresionar a los visitantes. Pero si de valor real hablamos, el verdadero tesoro era la obsidiana verde. Y no cualquier tipo, sino la proveniente de la Sierra de Pachuca, tan codiciada que se conseguía incluso en territorios enemigos.

Un estudio reciente del INAH, en colaboración con la Universidad de Tulane, analizó 788 piezas halladas en el Templo Mayor de Tenochtitlan, lo que permitió reconstruir siglos de comercio, rituales y estrategia política en torno a este material volcánico. Usando tecnología de fluorescencia de rayos X, se identificó el origen de cada objeto, revelando que la mayoría provenía de Pachuca, aunque también hubo aportes de otros seis yacimientos en lugares como Otumba, Tulancingo, Querétaro y hasta regiones purépechas.

La obsidiana verde, llamada toltecaliztli, era esencial para la élite mexica. Por su color, pureza y brillo, se usaba tanto en cuchillos rituales como en discos ceremoniales. A diferencia del oro, que los europeos venían a buscar con codicia, este vidrio volcánico tenía funciones sagradas y prácticas que lo colocaban en lo más alto del sistema de valores mexica.

Lo interesante del hallazgo es que demuestra que el comercio de la obsidiana era tan importante que incluso superaba barreras políticas. Pese a las enemistades, se obtenía obsidiana de Tlaxcala, Metztitlán o la zona purépecha. ¿Tributo o mercado libre? Ambos sistemas convivían: en algunos casos el Estado mexica controlaba directamente las rutas, pero también existía un intercambio más dinámico donde las piezas llegaban a Tenochtitlan sin necesidad de guerras ni imposiciones.

Las piezas analizadas abarcan de 1375 a 1520, justo en el periodo de expansión del imperio. Conforme la Triple Alianza consolidaba su poder, aumentaba también la diversidad de yacimientos utilizados. Esta investigación no solo aporta luz sobre los objetos sagrados del México antiguo, sino que también recuerda que, al final, el poder se construye tanto con piedra como con política.

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