La oficina como refugio: por qué la Generación Z apuesta por lo presencial y lo estable
Lejos de lo que muchos podrían imaginar, los jóvenes nacidos entre 1996 y 2006 —conocidos como centennials o generación Z— están revalorizando el trabajo presencial y profesiones que antes eran consideradas monótonas o poco atractivas. Aunque crecieron en un entorno digital, esta generación busca hoy estabilidad, vínculos reales y balance entre vida personal y laboral.
La oficina, espacio de aprendizaje y conexión
Una investigación global con más de doce mil trabajadores en 44 países reveló que los menores de 24 años asisten a la oficina en promedio tres días por semana, más que los adultos mayores de esa edad. Esta tendencia cobra sentido si se considera que muchos de ellos vivieron su entrada al mundo laboral en medio de la pandemia, aislados y con incertidumbre. Para estos jóvenes, el espacio físico no solo representa una rutina, sino una oportunidad para aprender, convivir y sentirse parte de una comunidad profesional.
Aunque valoran el contacto cara a cara, también desean flexibilidad. No buscan estar bajo supervisión constante, sino colaborar cuando sea necesario y concentrarse sin interrupciones cuando el trabajo lo exige. El ideal laboral de esta generación combina la introspección con la interacción significativa.
Además, muchos centennials prefieren hacer rotaciones dentro de una misma empresa —pasar de marketing a ventas, o de recursos humanos a finanzas— antes que especializarse de manera vertical. Esto responde a su naturaleza autodidacta y al deseo de explorar distintos caminos antes de definirse.
Una nueva mirada sobre el éxito y el trabajo
Los centennials priorizan la salud mental, un buen ambiente laboral y condiciones que permitan equilibrio personal. Su noción de éxito no está ligada necesariamente a escalar posiciones jerárquicas o alcanzar grandes fortunas, sino a disfrutar lo que hacen y sentirse valorados en un entorno ético, diverso y respetuoso.
Por eso, profesiones que habían sido desplazadas por generaciones anteriores están viviendo un resurgimiento. La contabilidad, por ejemplo, es vista ahora como una opción segura, ordenada y predecible, cualidades que resultan atractivas para una generación que busca estabilidad emocional. En un contexto donde el 75% de los contadores actuales se retirará en los próximos diez años, los centennials están dispuestos a ocupar esos lugares, atraídos no por el glamour, sino por la posibilidad de tener jornadas claras, ingreso estable y bajo estrés.
A pesar de sus habilidades digitales, esta generación no se siente cómoda en un entorno completamente virtual. El teletrabajo, si bien les permitió acceder a empleos en cualquier parte del mundo, también intensificó la competencia global y aumentó los niveles de ansiedad. Hoy, prefieren modelos híbridos que les ofrezcan lo mejor de ambos mundos.
En paralelo, los centennials son exigentes con las empresas: esperan que estas se comprometan con causas sociales, sostenibilidad, inclusión y equidad. El salario sigue siendo importante, pero pesa tanto como el respeto en el lugar de trabajo y las posibilidades reales de crecimiento.
Muchos sueñan con emprender, viajar o encontrar trabajos que les apasionen, sin necesariamente formar una familia o comprar una casa. Para ellos, el futuro se construye día a día, con proyectos significativos y disfrutables, porque ya aprendieron que nada está garantizado.
En 2030, se espera que la mayoría de los puestos directivos y operativos en las empresas estén ocupados por millennials y centennials. Con ello, no solo cambiará el estilo de liderazgo, sino también el corazón mismo de lo que entendemos por trabajo: una actividad que aporte al bienestar y desarrollo personal, sin sacrificar la vida fuera de la oficina.