¿Seremos Dinamarca? El camino hacia un crecimiento económico sostenido en México
Para que México logre un crecimiento económico del 4.5% anual durante la próxima década —una meta esencial para mejorar la calidad de vida de su población—, es fundamental abordar desafíos estructurales que históricamente han limitado su desarrollo.
Según análisis de México ¿Cómo vamos?, en los últimos sexenios el país ha registrado un desempeño mediocre: durante la administración de López Obrador (2018-2024) el crecimiento promedio anual fue de apenas 0.9%, mientras que en el periodo de Peña Nieto (2012-2018) alcanzó un 2%, cifras insuficientes para generar prosperidad compartida.
«Sin un mercado interno fuerte y empleos bien pagados, el crecimiento no se traduce en bienestar». — Sofía Ramírez, México ¿Cómo vamos?
La inversión, eje del crecimiento
Detonar la inversión es prioritario, ya que representa el 25% del PIB. Sin embargo, el país enfrenta un círculo vicioso: la baja inversión limita el crecimiento, y el bajo crecimiento desincentiva la inversión. Nueve de cada diez pesos invertidos provienen del sector privado, por lo que se requieren políticas que brinden certeza jurídica, reduzcan la burocracia y fomenten proyectos estratégicos en sectores como energía, infraestructura y manufactura avanzada. La atracción de capital extranjero directo —especialmente en industrias como la automotriz, aeronáutica y tecnologías limpias— podría ser un catalizador clave.
Empleo formal y productividad: la gran deuda
El mercado laboral mexicano presenta profundas contradicciones. Aunque las microempresas (95.4% del total de negocios) generan empleo, su contribución al valor agregado es mínima. En contraste, las grandes empresas (solo 0.2% del total) son las principales generadoras de riqueza. Además, el 54.5% de la población ocupada labora en la informalidad, careciendo de seguridad social y derechos laborales. Para revertir esto, se necesitan estrategias duales: por un lado, capacitación técnica para elevar la productividad de los trabajadores, y por otro, incentivos fiscales que faciliten la formalización de negocios. La meta de crear 1.2 millones de empleos formales anuales —frente a los 213,993 logrados en 2024— parece lejana, pero es alcanzable con reformas profundas.
Estabilidad macroeconómica y servicios públicos eficientes
La autonomía del Banco de México ha sido un pilar para contener la inflación y atraer inversiones. Mantener esta independencia es crucial, junto con una reforma fiscal que aumente la recaudación sin ahogar a las pymes. Paralelamente, el Estado debe garantizar servicios públicos de calidad —seguridad, salud y educación—, ya que un país con el 55% de sus escuelas sin internet difícilmente puede competir en la economía digital. La corrupción y la ineficiencia institucional siguen siendo lastres que requieren atención inmediata.
Demografía: aprovechar el bono antes de que se agote
México enfrenta cambios demográficos significativos. El 14% de los hogares son unipersonales —tendencia que crecerá con el envejecimiento poblacional—, lo que exige rediseñar políticas de vivienda y protección social. Además, el «bono demográfico» (la proporción de jóvenes en edad laboral) comenzará a desaparecer hacia 2030, por lo que es urgente crear empleos de calidad ahora. Sectores como las energías limpias, el turismo médico y la industria 4.0 podrían ser motores de este cambio.
Sin reformas estructurales que fomenten la inversión, formalicen el empleo y mejoren la productividad, México seguirá atrapado en tasas de crecimiento insuficientes. El objetivo del 4.5% anual no es imposible, pero requiere voluntad política, cooperación entre sectores y una visión de largo plazo. Como señaló Graciela Márquez del INEGI, «el futuro económico depende de cómo integremos a las microempresas en cadenas de valor globales». El tiempo de actuar es ahora.
Fuentes: INEGI, Banxico, México ¿Cómo vamos?