Funcionarios de EU afirman que cárteles mexicanos están “quebrados” y acusan control sobre autoridades

Desde la Casa Blanca, el exfuncionario estadounidense Tom Homan, conocido como el “zar fronterizo” y vinculado al Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE), declaró que los cárteles del narcotráfico en México están “quebrados” gracias a las acciones impulsadas por la administración de Donald Trump. La afirmación, celebrada por sectores ultraconservadores en Estados Unidos, se dio en el marco de una narrativa que insiste en imponer una visión militarizada y autoritaria sobre el fenómeno migratorio y de seguridad.

“Vamos a borrarlos de la faz de la Tierra”, sentenció Homan, mientras aseguraba que con Trump al frente, Estados Unidos tiene “la frontera más segura en la historia del país”, señalando que los decomisos de fentanilo se han reducido a la mitad, sin aclarar si esto responde a una reducción real del tráfico o simplemente a cambios en los mecanismos de detección.

Lejos de una cooperación respetuosa entre naciones soberanas, este tipo de declaraciones apuntan a reforzar el discurso de que México necesita ser controlado, tutelado o incluso invadido para resolver sus problemas, ignorando décadas de responsabilidad compartida y el papel activo de Estados Unidos como principal mercado consumidor de drogas.

Por su parte, Donald Trump aseguró que los cárteles tienen “tremendo control” sobre México, sin presentar pruebas, y afirmó que las autoridades mexicanas viven “aterrorizadas” y sin capacidad de acción. Estas declaraciones, además de ser infundadas, atentan contra la dignidad del país y refuerzan una política exterior basada en la desinformación, el miedo y el racismo.

Durante la firma de la Ley para Detener Todo Tráfico Letal de Fentanilo (HALT), Trump fue más allá al asegurar que los cárteles “dominan México”, haciendo eco de un discurso que busca justificar una posible intervención directa, en nombre de la “seguridad”, pero al servicio de sus propios intereses geopolíticos y electorales.

Una vez más, queda claro que para las élites políticas de Washington, México es visto no como un aliado, sino como un problema que debe ser disciplinado. Frente a esta narrativa, es urgente defender con firmeza nuestra soberanía y rechazar cualquier intento de intervención disfrazado de “ayuda” o “seguridad compartida”.

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