Sheinbaum celebra disculpa histórica de España, pero el gesto divide al gobierno madrileño
El reconocimiento de España sobre la violencia ejercida durante la Conquista de México generó una reacción inesperada: mientras la presidenta Claudia Sheinbaum celebró el gesto como un avance en la reconciliación histórica entre ambos países, el gobierno regional de Madrid exigió la dimisión del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, autor del pronunciamiento.
Durante la inauguración de la exposición La mitad del mundo. La mujer en el México, en Madrid, Albares calificó la Conquista como un “proceso brutal” y subrayó que “hubo dolor e injusticia hacia los pueblos originarios, y justo es reconocerlo y lamentarlo”. Sus palabras, inéditas en la diplomacia española, fueron bien recibidas en México, donde Sheinbaum las consideró “un primer paso” hacia el reconocimiento de los agravios coloniales.
“Es la primera vez que un funcionario español reconoce la injusticia cometida. Las disculpas no humillan; ennoblecen a los gobiernos y a los pueblos”, expresó la mandataria mexicana, recordando la carta enviada en 2019 por Andrés Manuel López Obrador al rey Felipe VI y al papa Francisco, en la que solicitaba un reconocimiento formal por los abusos cometidos durante la Conquista. Aquella misiva, ignorada por Madrid, había tensado las relaciones diplomáticas entre ambos países.
Sin embargo, el mensaje de Albares no fue bien recibido en España. Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid y figura central del Partido Popular (PP), calificó las declaraciones del canciller como una “vergüenza internacional” y pidió su dimisión inmediata. “Sus palabras desprestigian a España y distorsionan nuestra historia”, sostuvo.
El vocero del gobierno madrileño, Miguel Ángel García Martín, lo llamó “el peor representante de la diplomacia española”. En la misma línea, el líder nacional del PP, Alberto Núñez Feijóo, declaró en redes sociales: “No me avergüenzo de la historia de mi país”. A las críticas se sumó el exministro de Exteriores José Manuel García-Margallo, quien calificó el pronunciamiento de “error estratégico” que “reabre heridas que deberían estar cerradas”.
El gobierno central de Pedro Sánchez defendió a Albares, insistiendo en que reconocer el pasado no implica renegar de él. “España no se disculpa; España reconoce su historia completa, con luces y sombras”, señalaron fuentes diplomáticas.
En México, la reacción oficial fue más conciliadora. Sheinbaum insistió en que el reconocimiento no busca revancha, sino memoria: “Los pueblos originarios siguen siendo parte viva de nuestra nación y merecen que se les mire con dignidad, no como recuerdo del pasado”.
La controversia ocurre en un contexto de renovación de los vínculos entre ambos países tras años de frialdad diplomática. El gesto de Albares, aunque costoso políticamente en España, podría marcar un punto de inflexión en la relación con México, un puente simbólico entre la herida colonial y la necesidad de construir una memoria compartida basada en el respeto y la verdad histórica.
