Protestas indígenas en Ecuador se intensifican y ponen en jaque al gobierno de Daniel Noboa

El paro nacional encabezado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) cumplió ya tres semanas y mantiene al país en una creciente tensión política y social. Las movilizaciones, que comenzaron el 22 de septiembre, exigen la derogación del decreto 126, con el que el presidente Daniel Noboa eliminó el subsidio al diésel, así como la reducción del IVA del 15% al 12%.

A pesar del feriado nacional y de los intentos del gobierno por frenar las manifestaciones con días de asueto, las protestas continúan extendiéndose por varias provincias. Según reportes de organizaciones sociales, el conflicto ya ha dejado dos personas muertas, más de un centenar de detenidos y al menos una decena de desaparecidos en medio de los estados de excepción decretados por el Ejecutivo.

La politóloga Cristina Bastidas señaló en entrevista con Sputnik que la respuesta del gobierno ha sido “una represión muy fuerte”, que reproduce el patrón de los anteriores gobiernos neoliberales. “En los últimos años se ha instalado una nueva tecnología de la represión para impedir transformaciones políticas”, explicó.

Bastidas destacó que, a diferencia de las protestas de los años noventa y dos mil —que lograron la caída de presidentes como Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad o Lucio Gutiérrez—, la actual movilización no parece tener el mismo margen de maniobra. “Hoy enfrentamos un esquema mucho más violento y controlado”, advirtió.

Además de la represión, el gobierno de Noboa ha desplegado una fuerte campaña mediática y digital para deslegitimar a los manifestantes, calificándolos de “terroristas” y “enemigos del progreso”. Paralelamente, el presidente busca recuperar apoyo social con la entrega de bonos económicos y visitas simbólicas a las zonas en conflicto.

“La estrategia del mandatario mezcla victimización y propaganda. Se presenta como un líder que busca la paz mientras envía convoyes militares a reprimir”, sostuvo Bastidas.

Con una consulta popular prevista para noviembre y tras apenas cinco meses de iniciado su segundo mandato, Noboa enfrenta un momento decisivo. Si bien conserva respaldo en sectores de clase media y alta, su imagen comienza a deteriorarse entre los pueblos indígenas y sectores populares que antes lo apoyaban.

“Decir que Noboa tiene hegemonía política sería un error. Su gobierno carece de un proyecto sólido y se sostiene más por la represión que por el consenso”, concluyó la analista.

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