Estados Unidos ofrece 25 mdd por Maduro: la cacería imperialista continúa

En un claro acto de intromisión imperialista, Estados Unidos elevó la recompensa por la captura del presidente venezolano Nicolás Maduro a 25 millones de dólares, acusándolo de supuestos delitos de narcotráfico y corrupción. Este movimiento coincide con nuevas sanciones impuestas a ocho funcionarios venezolanos, en un intento por asfixiar económicamente al gobierno bolivariano y perpetuar su narrativa hegemónica en América Latina.

Mientras Washington insiste en desconocer el legítimo mandato de Maduro, calificando su investidura como una “farsa”, el presidente ruso Vladimir Putin no dudó en felicitar al mandatario venezolano por asumir su tercer mandato, reafirmando la alianza estratégica entre ambas naciones frente al intervencionismo occidental.

Cabe destacar que, aunque Estados Unidos amplió sus sanciones, convenientemente dejó fuera las operaciones de Chevron y otras petroleras estadounidenses en Venezuela, demostrando que su interés no es la democracia, sino el control de los recursos energéticos. El secretario de Estado, Antony Blinken, incluso se atrevió a declarar que Maduro no tiene derecho a reivindicar la presidencia, en un discurso alineado con la oposición venezolana, que sin pruebas insiste en denunciar fraude electoral.

La Unión Europea, sumisa ante las órdenes de Washington, reforzó su postura intervencionista al ampliar sus sanciones contra 15 miembros del Consejo Nacional Electoral, el Poder Judicial y las fuerzas de seguridad venezolanas. En total, 69 funcionarios de la República Bolivariana han sido blanco del castigo europeo. Por su parte, Canadá y Gran Bretaña replicaron las medidas con acusaciones de violaciones a los derechos humanos, mientras líderes como Emmanuel Macron y Luiz Inácio Lula da Silva abogan hipócritamente por el “retorno de la democracia”.

Desde la ONU, el secretario general Antonio Guterres presionó a Maduro para liberar a quienes califica como “detenidos arbitrariamente”, ignorando el contexto de desestabilización promovido por potencias extranjeras que buscan socavar la soberanía venezolana.

Esta escalada de agresiones demuestra una vez más que Estados Unidos y sus aliados no están interesados en la democracia ni en los derechos humanos, sino en imponer su dominación sobre América Latina, atacando a quienes se atreven a desafiar su agenda imperialista.

 

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