Cúpulas gigantes en la Luna: la NASA prueba cómo “soplar” ciudades fuera de la Tierra
La idea de vivir en la Luna lleva décadas rondando la imaginación humana, pero hoy ese escenario parece un poco menos fantasioso. La NASA y la empresa Skyeports trabajan en una tecnología que busca transformar el polvo lunar en enormes cúpulas transparentes capaces de proteger a los astronautas y alojar espacios habitables. Estas estructuras, similares a burbujas de cristal, podrían ser la base de las primeras comunidades humanas fuera de la Tierra.
El proyecto forma parte del programa NASA Innovative Advanced Concepts, que financia ideas experimentales con potencial para redefinir la exploración espacial. Su meta es resolver uno de los mayores retos de cualquier misión lunar prolongada: cómo construir refugios duraderos en un entorno donde no hay aire, abundan los impactos de micrometeoritos y la radiación es constante. En vez de transportar módulos desde la Tierra, la apuesta es fabricarlos directamente en la superficie lunar usando regolito, el polvo que cubre el satélite.
Cómo se fabricaría una burbuja lunar
La técnica consiste en calentar el regolito mediante hornos de microondas inteligentes hasta fundirlo. Una vez convertido en una masa incandescente, se moldea con tuberías presurizadas que lo expanden como si fuera vidrio soplado. Al solidificarse, el resultado es una estructura esférica, rígida y completamente formada con materiales locales. Las primeras pruebas solo han producido esferas de pocos centímetros, pero el objetivo es escalar el método para obtener cúpulas de 300 a 500 metros de diámetro, lo suficientemente amplias para albergar laboratorios, viviendas, áreas de cultivo y zonas de trabajo.
El vidrio polimérico que se utilizaría tiene propiedades clave: puede autorrepararse ante pequeñas fracturas causadas por micrometeoritos y ofrece aislamiento térmico junto con protección ante la radiación. Cada cúpula integraría paneles solares en su superficie para generar energía, y dentro se desarrollaría un ecosistema cerrado con plantas, agua reciclada y sistemas de oxígeno, lo que permitiría estadías de larga duración sin depender tanto de suministros enviados desde la Tierra.
Además de su resistencia estructural, estas esferas transparentes tendrían un efecto psicológico importante. Estudios de la NASA muestran que los módulos metálicos convencionales pueden generar claustrofobia y desorientación en misiones prolongadas. En cambio, un domo que permita observar el horizonte lunar y la Tierra en el cielo podría reducir el aislamiento y hacer más humano el día a día de los tripulantes.
Hacia un vecindario lunar
Construir directamente con polvo lunar reduciría de manera considerable los costos logísticos. Hoy, enviar materiales desde la Tierra puede costar más de un millón de dólares por kilo, por lo que fabricar las estructuras en el sitio cambiaría por completo la planificación de futuras misiones. Se trata, además, de una visión que dialoga con los avances tecnológicos globales y puede inspirar nuevos desarrollos en México, donde la comunidad científica y universitaria sigue de cerca los proyectos internacionales de exploración espacial.
Las primeras pruebas a gran escala están previstas para 2026 en cámaras de vacío terrestre. Si funcionan, se replicarán en la Estación Espacial Internacional y más adelante en una misión del programa Artemis. Aunque las ciudades lunares de cristal todavía son experimentales, cada avance acerca la posibilidad de un asentamiento permanente más allá de la Tierra, una idea que podría marcar un nuevo capítulo en la historia humana y en la forma en que imaginamos nuestro futuro fuera del planeta.
