50,000 canciones al día: la avalancha de música IA que ya supera a los humanos

La irrupción de la música generada por inteligencia artificial dejó de ser una curiosidad para convertirse en un motor que está moviendo cifras y tendencias. Esta semana, tres canciones creadas enteramente con IA encabezaron listas en Spotify y Billboard, un hecho que marca un antes y un después en la industria global. Entre ellas destaca Walk My Walk, del proyecto Breaking Rust, que llegó al número uno de la lista Country Digital Song Sales de Billboard en Estados Unidos, convirtiéndose en la primera pieza hecha sin intervención humana directa en alcanzar ese sitio. El mismo artista, también generado con IA, domina Spotify con millones de reproducciones y un crecimiento que desconcierta a músicos y productores tradicionales.

En las listas virales de Spotify en Estados Unidos, Breaking Rust colocó dos temas en los primeros lugares: Walk My Walk y Livin’ on Borrowed Time. A nivel global, otra pieza creada por IA también alcanzó el primer puesto: We Say No, No, No to an Asylum Center, un tema neerlandés de JW “Broken Veteran” con una narrativa política y un sonido diseñado desde algoritmos. Días después, su música desapareció de Spotify y YouTube; la plataforma neerlandesa NU.nl aseguró que no la retiró, sino que quienes administran los derechos decidieron bajarla. El creador del proyecto dijo desconocer las razones.

Este crecimiento acelerado no es aislado. Un estudio reciente de Deezer reveló que cada día se suben alrededor de 50,000 canciones generadas por IA, lo que equivale a un tercio de toda la música que entra a la plataforma. Esa masa de contenido permite que, entre miles de piezas que pasan desapercibidas, unas cuantas se vuelvan virales y alcancen cifras históricas. Deezer también encuestó a 9,000 personas en ocho países y descubrió que 97% no distingue entre una canción creada por humanos y una hecha por IA. Para una industria acostumbrada a separar talento, producción y estilo, este salto tecnológico representa un cambio profundo en la forma de definir lo que es “calidad” y lo que es “autoría”.

Un nuevo modelo de distribución y un desafío para los músicos
Una de las razones detrás del auge es la facilidad con la que estos proyectos pueden distribuirse sin depender de sellos discográficos. Servicios como DistroKid, Amuse o CDBaby permiten subir pistas a Spotify, YouTube y TikTok sin mayores filtros, y algunos blogs incluso recomiendan aprovechar estas plataformas para generar ingresos pasivos mediante música creada por IA. Breaking Rust, por ejemplo, distribuye varias de sus canciones a través de DistroKid, considerado uno de los servicios más flexibles respecto al contenido generado por algoritmos.

Para especialistas como Ed Newton-Rex, fundador de una organización que certifica prácticas justas en el entrenamiento de modelos de IA, la preocupación no solo es la calidad, sino la escala: decenas de miles de canciones automatizadas compiten cada día con músicos que dependen de su trabajo para vivir. “Este es un competidor nuevo, masivo y construido a partir de datos que pertenecen a artistas reales”, señaló. Para él, la discusión ahora es cómo construir reglas que protejan a los creadores sin frenar la innovación tecnológica.

Este fenómeno no es completamente nuevo. En el verano pasado, un colectivo llamado Velvet Sundown ya había logrado millones de reproducciones en Spotify con canciones generadas por IA, lo que después describieron como un “experimento artístico”. Pero lo que antes era una excepción ahora es tendencia: calidad suficiente, distribución global y comunidades enteras compartiendo trucos para empujar temas creados desde una computadora al tope de las listas.

El ascenso de estos temas plantea preguntas que aún no tienen respuesta: quién debe ser considerado autor, cómo garantizar que los datos con los que se entrenan los modelos respeten derechos, y qué significa la originalidad en un entorno donde miles de melodías surgen cada día sin intervención humana directa. Mientras tanto, la realidad ya cambió: por primera vez, la canción más vendida del país en una categoría de Billboard no fue escrita, producida ni cantada por una persona. Y eso apenas empieza.

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