Emma Coronel, esposa de ‘El Chapo’, sale de prisión
Emma Coronel, la esposa del ex líder del Cártel de Sinaloa, Joaquín «El Chapo» Guzmán, ha sido liberada el 13 de septiembre después de cumplir 2 años y 7 meses en prisión. Su liberación se llevó a cabo como parte de su sentencia, que resultó de un acuerdo de culpabilidad en relación con tres cargos significativos: tráfico de drogas, lavado de dinero e involucramiento con un narcotraficante designado.
Sin embargo, es importante destacar que Emma Coronel no recupera por completo su libertad, ya que le quedan 4 años de libertad supervisada. Durante este período, estará sujeta a estrictas condiciones impuestas por un juez. Algunas de estas condiciones incluyen la obtención de empleo, la obligación de informar su lugar de residencia, la prohibición de portar armas o sustancias nocivas, y la entrega de una prueba de su ADN, entre otras medidas.
El caso de Emma Coronel ha sido objeto de una atención mediática significativa debido a su relación con Joaquín «El Chapo» Guzmán y su participación en actividades relacionadas con el narcotráfico. Coronel fue arrestada en el Aeropuerto Internacional de Dulles en Virginia en febrero de 2021 y posteriormente condenada a 3 años de prisión, además de una multa de un millón y medio de dólares, por su papel como operadora y mensajera del Cártel de Sinaloa, colaborando directamente con su esposo, Joaquín Guzmán Loera.
Las acusaciones en su contra también incluyen detalles sobre su presunta participación en la organización de la espectacular fuga de «El Chapo» del Penal del Altiplano en 2015, donde se alega que ella y los hijos de Guzmán colaboraron en la construcción de un túnel de escape y proporcionaron un reloj GPS para rastrear la ubicación durante la huida. Además, se afirmó que Emma Coronel desempeñó un papel en el control financiero del cártel y recibió dinero de la venta de drogas.
Coronel cumplió parte de su condena en el Complejo Residencial de Reinserción de Long Beach, California, bajo un programa de reinserción que le permitía buscar empleo, participar en talleres y programas de abuso de sustancias, y en algunos casos, prisión domiciliaria, siempre que cumpliera con los requisitos establecidos. Su liberación plantea preguntas sobre su futuro y su posible participación en asuntos relacionados con el crimen organizado, y seguirá siendo un tema importante de seguimiento tanto para las autoridades como para los medios de comunicación.