México retrocede en salud: vivimos menos, gastamos más y seguimos sin acceso pleno
La promesa de un sistema de salud comparable al de Dinamarca quedó lejos de cumplirse. Mientras el país intenta reorganizar sus instituciones médicas, los indicadores muestran un retroceso que afecta la vida cotidiana: hoy los mexicanos viven en promedio 75 años, casi seis menos que la media de los países de la OCDE.
El informe más reciente del organismo revela que la combinación de baja inversión pública, carencias en infraestructura y dificultades de acceso ha tenido un impacto directo en la esperanza de vida. Además, el gasto de bolsillo en medicamentos se disparó, empujando a millones de familias a solventar con sus propios recursos lo que antes cubrían instituciones públicas.
Pese a ese panorama, 56% de la población afirma sentirse satisfecha con la atención que recibe. Aun así, la cifra se mantiene por debajo del promedio internacional. La percepción positiva convive con salas de urgencias saturadas, tiempos de espera prolongados y un desabasto que ha obligado a los hogares a aumentar hasta 60% sus compras de medicinas.
Menos personal médico, más enfermedades crónicas
La fuerza laboral del sistema de salud tampoco alcanza los estándares internacionales. México cuenta con 2.7 médicos y 3 enfermeras por cada mil habitantes, cifras inferiores a las de la mayoría de los países miembros de la OCDE. La disponibilidad de camas hospitalarias también es baja: solo una por cada mil personas, frente a 4.2 del promedio.
Ese rezago coincide con una carga creciente de enfermedades crónicas. La diabetes afecta al 14% de los adultos; los infartos y padecimientos cardiovasculares incrementaron su letalidad; y solo una quinta parte de las mujeres accedió a pruebas de detección de cáncer de mama. La falta de detección temprana explica, en parte, que la mortalidad prevenible y tratable supere ampliamente las referencias internacionales.
Aunque México ha reducido el tabaquismo y mantiene niveles relativamente bajos de consumo de alcohol, el sedentarismo y la mala calidad del aire siguen afectando la salud de millones. La exposición a partículas contaminantes rebasa los promedios internacionales y añade presión sobre un sistema que ya opera al límite.
El costo que pagan las familias
El gasto directo en medicamentos alcanzó los 29 mil pesos por persona en 2024, una cifra muy por encima de lo que destinan ciudadanos de la mayoría de los países de la OCDE. El aumento responde al desabasto persistente y a la dificultad para acceder a tratamientos en clínicas públicas. A pesar de que el país destina solo 5.9% del PIB a salud —frente al 9.3% del organismo—, buena parte de los recursos terminan saliendo de los bolsillos de las familias.
El informe también señala que solo 78% de la población cuenta con cobertura básica, un dato que evidencia la fragmentación del sistema. Vacunación infantil, seguimiento de enfermedades crónicas y detección de cáncer muestran niveles por debajo del promedio internacional.
México ha logrado avances en algunos factores de riesgo, pero enfrenta un desafío estructural que se arrastra desde hace décadas. La desigualdad en el acceso, la falta de personal y la baja inversión complican la posibilidad de garantizar atención oportuna en todo el país. El panorama actual obliga a repensar prioridades y reconocer que la salud sigue siendo uno de los grandes pendientes nacionales.
