Del taller artesanal a la pantalla grande: Frankelda conquista salas

Desde su llegada a los cines el 23 de octubre, Soy Frankelda ha logrado un desempeño que sorprendió incluso a quienes seguían el proyecto desde sus inicios. La película, dirigida por los hermanos Arturo y Roy Ambriz y realizada con la técnica artesanal de stop motion, se ha convertido en una de las conversaciones más constantes entre la audiencia mexicana. Su recepción ha sido tal que ya superó en número de asistentes a una de las producciones de anime más esperadas del año.

Frankelda, una escritora que enfrenta el silenciamiento de su voz en el siglo XIX, se convirtió en el centro de una historia que conecta con espectadores de distintas edades. Además, la película se presentó junto a una exhibición de sus maquetas y figuras en la Cineteca Nacional, lo que amplificó el interés en ver cómo se construye un largometraje cuadro por cuadro, en una técnica que exige tiempo, paciencia y trabajo colectivo.

Competencia directa con el anime
El mismo día de su estreno también llegó a salas Chainsaw Man: Arco de Reze, una cinta respaldada por una base sólida de seguidores del anime. Pese a ello, Soy Frankelda comenzó a sumar asistentes de manera constante. Según cifras de analistas de taquilla, al 9 de noviembre la película mexicana alcanzó alrededor de 658 mil espectadores, superando los más de 626 mil acumulados por la cinta japonesa.

En ingresos, la película nacional también avanza. Mientras Chainsaw Man mantenía poco más de 41 millones de pesos recaudados al corte de inicios de noviembre, Soy Frankelda se ubicaba en torno a los 32 millones, con una tendencia de crecimiento diario que podría llevarla a igualar o superar esa cifra en los próximos días. La diferencia en presupuesto, exhibición e inversión publicitaria entre ambas producciones hace que la comparación destaque aún más la respuesta del público nacional.

Un factor importante en la difusión fue el apoyo persistente de Guillermo del Toro, quien desde hace años ha impulsado a animadores mexicanos y celebró públicamente la existencia de un largometraje stop motion hecho en el país. Su respaldo ayudó a atraer la atención hacia la película, aunque su éxito sostenido ha dependido del boca en boca entre espectadores.

La producción fue realizada por Cinema Fantasma, un estudio independiente que ha construido parte de su identidad en el trabajo manual. Cada marioneta, fondo y objeto fue fabricado a mano, lo que implica un proceso mucho más lento que la animación digital. Este carácter artesanal también se ha convertido en uno de los argumentos que han llevado a familias, estudiantes y creadores a buscar la película en cartelera.

La historia de Frankelda encuentra puntos de contacto con figuras literarias como Mary Shelley, quien también luchó por hacer escuchar su voz en un entorno que la relegaba. Esa resonancia entre pasado y presente ha sido señalada por espectadoras jóvenes, quienes ven en la protagonista algo más que un personaje gótico y fantástico.

Mientras la película continúa su recorrido en salas, las cifras de asistencia y recaudación siguen en movimiento. Dependiendo de su permanencia en cartelera y de la respuesta del público en las próximas semanas, el proyecto podría colocarse entre los más vistos del cine mexicano reciente. Por ahora, su desarrollo muestra que todavía hay espacio para la animación artesanal y las obras que apuestan por procesos largos y cuidadosos.

La conversación alrededor del filme continúa y su camino en taquilla aún no está definido.

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