László Krasznahorkai, el húngaro que escribió el fin del mundo y ganó el Nobel de Literatura 2025

El mundo no termina con una explosión, sino con una frase interminable. Así podría resumirse la obra del escritor húngaro László Krasznahorkai, ganador del Premio Nobel de Literatura 2025, cuyo anuncio devolvió a la literatura europea su tono más sombrío y revelador. La Academia Sueca lo reconoció por una obra “convincente y visionaria que, en medio del terror apocalíptico, reafirma el poder del arte”.

Nacido en 1954, en Gyula, una ciudad fronteriza de Hungría, Krasznahorkai creció bajo la sombra del comunismo y del desencanto. Su primera novela, Tango satánico, publicada en 1985, narró la descomposición moral de un pueblo olvidado donde todos esperan un milagro que nunca llega. El libro lo convirtió en una figura de culto, sobre todo tras la adaptación cinematográfica que realizó su compatriota Béla Tarr, con quien tejió una complicidad artística que marcó a toda una generación de cinéfilos y escritores.

Las frases de Krasznahorkai se extienden como un río oscuro. Sus párrafos, a veces de páginas enteras, son monólogos febriles donde el lenguaje parece resistirse a terminar. Susan Sontag lo llamó “el maestro del apocalipsis”; W. G. Sebald, “el último escritor verdaderamente universal”. En cada libro, su prosa tensa la cuerda entre la lucidez y la locura, entre la desesperación y una belleza que arde como una plegaria.

Su literatura no pertenece a un solo lugar. Tras dejar Hungría en 1987, vivió en Berlín, Nueva York, China y Japón, donde halló una calma distinta. De sus estancias en Asia surgió Al norte la montaña, al sur el lago, al oeste el camino, al este el río, una meditación sobre la soledad y la contemplación escrita con la cadencia de un sutra. En Nueva York compartió techo con Allen Ginsberg, mientras trabajaba en Guerra y guerra, una novela desbordada por la ambición de registrar toda la historia del mundo antes de que el mundo se apague.

En Herscht 07769 (2021), su obra más reciente, un músico obsesionado con Bach busca sentido en una Alemania rural que se desmorona. La crítica la definió como una sinfonía escrita “de un solo aliento”, donde cada frase parece resistir el paso del tiempo.

El Nobel, explicó el jurado, reconoce a “un autor que ha transformado la narración moderna en un canto hipnótico sobre la ruina y la esperanza”. En un panorama literario dominado por la brevedad, Krasznahorkai escribió lo contrario: la lentitud, la frase infinita, la resistencia.

Sus libros, publicados en español por Acantilado y Sigilo, han encontrado lectores apasionados en México y América Latina, donde su visión del caos resuena con un país que también ha aprendido a mirar el abismo sin perder la fe.

Este Nobel llega en un año en que muchos apostaban por voces latinoamericanas como Cristina Rivera Garza, César Aira o Samanta Schweblin. Pero la Academia volvió los ojos hacia el centro de Europa, hacia esa tradición que va de Kafka a Thomas Bernhard, donde el lenguaje es una forma de resistencia frente a la desesperanza.

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