Acuerdo entre EU y la UE impone arancel general del 15% y genera fuertes críticas en Europa
Estados Unidos y la Unión Europea alcanzaron un acuerdo comercial que establece un arancel del 15% a la mayoría de productos europeos, lo que ha sido interpretado por varios líderes del viejo continente como una concesión excesiva al gobierno de Donald Trump. A cambio, la UE invertirá 600 mil millones de dólares en territorio estadounidense y comprará energía y equipo militar por un valor adicional de 750 mil millones de dólares.
El pacto fue anunciado tras una reunión en Escocia entre el presidente Trump y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. El mandatario estadounidense calificó el acuerdo como el más grande jamás alcanzado entre las dos mayores economías del mundo. Von der Leyen, por su parte, confirmó que el arancel del 15% se aplicará a todos los sectores, salvo el acero y el aluminio, que conservarán un arancel del 50%.
Este nuevo marco comercial busca evitar una guerra arancelaria abierta entre ambas potencias, que juntas representan cerca de un tercio del comercio mundial. El acuerdo llega luego de semanas de presión por parte de Estados Unidos, que ha estado en una campaña de renegociación de acuerdos comerciales, en particular con países como Japón, Reino Unido, Indonesia y Vietnam. Sin embargo, el plan inicial de Trump de lograr “90 acuerdos en 90 días” aún no se ha concretado.
Aunque la UE evitó aranceles aún más altos —Trump había amenazado con tasas de hasta el 30%—, el resultado está muy por debajo de la aspiración inicial europea de eliminar por completo los aranceles bilaterales. Esto ha generado una ola de reacciones críticas entre líderes europeos, quienes ven con preocupación el desequilibrio del acuerdo.
Críticas internas en Europa y tensiones políticas
Uno de los más duros fue el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, quien calificó el resultado como una derrota diplomática para Europa. En un podcast local, afirmó que Trump “se desayunó” a Von der Leyen, comparando al mandatario estadounidense con un peso pesado y a la funcionaria europea con una peso pluma en materia de negociación. Orbán también subrayó que el Reino Unido, país que ya no forma parte de la UE, logró recientemente un acuerdo comercial más favorable con Washington.
En la misma línea, el primer ministro francés François Bayrou consideró que el pacto representa un día oscuro para Europa, al tratarse de una aparente rendición ante los intereses comerciales de Estados Unidos. Por su parte, el primer ministro belga, Bart De Wever, señaló que el acuerdo supone “un momento de alivio, pero no de celebración”, al advertir que los nuevos aranceles afectarán a múltiples sectores y que aún quedan asuntos clave por resolver.
Además del arancel general del 15%, el acuerdo contempla grandes compras europeas de gas natural licuado y petróleo estadounidenses, así como una importante adquisición de armamento, lo que confirma una tendencia de creciente dependencia económica y estratégica hacia Estados Unidos.
El déficit comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea ha sido una constante fuente de fricción. En 2024, este déficit alcanzó los 235 mil millones de dólares en bienes, según datos oficiales estadounidenses. Aunque la UE argumenta que el superávit de Estados Unidos en servicios compensa parcialmente esa diferencia, la administración Trump ha insistido en equilibrar las cifras mediante medidas como las recién pactadas.
Este acuerdo podría tener repercusiones indirectas en México. Por un lado, el fortalecimiento comercial entre EU y Europa puede redirigir inversiones y compras que de otro modo podrían haberse dirigido a América Latina. Por otro, la política proteccionista de Estados Unidos reafirma un enfoque que podría replicarse en otros acuerdos bilaterales, incluyendo con México. En este contexto, el país deberá fortalecer su posición estratégica, especialmente ante las oportunidades que ofrece el T-MEC y la creciente relocalización de cadenas de suministro.
El nuevo pacto refleja no solo un cambio en las reglas del juego económico global, sino también un reordenamiento de las alianzas y equilibrios de poder, donde el discurso duro y unilateral de Trump parece seguir imponiéndose, incluso entre sus aliados históricos.