Apapacho y las artesanas de los Reyes Metzontla: saberes compartidos a través de la arcilla

Hablar de Apapacho es también hablar de los Reyes Metzontla, un municipio de Zapotitlán Salinas, Puebla, dentro de la reserva de la biosfera Tehuacán-Cuicatlán, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO en 2012. Un municipio reconocido por su producción alfarera con técnicas tradicionales y sus vasijas de barro bruñido, una región rica en arcilla donde pueblos originarios conforman más de la mitad de su población.

Escultura© Christopher Nechodom / Apapacho World

Escultura© Christopher Nechodom / Apapacho World

Las historias detrás de la arcilla

Apapacho nació hace más de dos años como parte de una exploración de Diana y Farsh, en la que recorrieron diferentes estados del país como Tlaxcala, Guerrero, Puebla, Oaxaca, Michoacán y Estado de México, hasta que conocieron Reyes Metzontla, donde comenzaron a establecer vínculos con las familias artesanas maestras. Su inquietud fue arrancar con un proyecto que conjugara su entusiasmo por el arte popular y el diseño, aunque ninguno de los dos tuviera una formación académica al respecto.

Cuando se entabla una relación de trabajo entre diseñadores y comunidades artesanales, hay muchos factores implicados, desde el idioma, la idiosincrasia, la brecha tecnológica en comunidades rurales o la desigualdad social. Es por ello que se vuelve complejo cuando se procura tejer puentes entre la vida rural y la citadina a través de la artesanía y el diseño.

Algunos diseñadores en estrecha relación con la comunidad artesanal son muy herméticos con este tema, sin embargo, para Diana es importante ser transparente en este sentido, pues “hacer una crítica hacia todos los proyectos que surgen hoy, nos invita a reflexionar aún más”. Es así que, en el caso de Apapacho, los aprendizajes han sido muchos y tienen presente lo que sí y lo que no quieren lograr con Apapacho.

Un proceso de diseño más allá de lo técnico

Francisca, Martina y Esther son artesanas de la nación Ngiwa, también conocidos como el pueblo Popoloca, donde realizan piezas para la marca. Diana compartió que en un comienzo intentaron eficientar el proceso de conceptualización a través de un esquema computarizado 3D para que se comprendiera el tipo de diseños esperados. Sin embargo, utilizar estas tecnologías no les resultó eficaz y trabajar con una comunidad artesanal requiere de otras dinámicas de intercambio de saberes.

Ahora llevan las propuestas en papel y se sientan a moldearlo con ellas. Sobre todo porque en la práctica, hay un entendimiento diferente de lo que debería ser la función de un objeto, mientras ellas tienen arraigado ―por generaciones― el carácter puramente utilitario que deben tener los objetos, la función decorativa para ellas resulta inútil. Comprender esto para las partes involucradas pareciera sencillo, pero requiere tiempo y un constante diálogo.

Francisca en el área del horno© Cortesía Apapacho World

Diana y Farsh, fundadores de Apapacho World© Magdalena Kmiecik

Francisca, artesana de Reyes Metzontla© Diana Campos

Respecto al proceso creativo, hay ocasiones donde las artesanas también contribuyen con algunos detalles; mientras que para Farsh, ha sido necesario aprender la técnica con la intención de entender el proceso, desde cuánto tiempo tarda el barro en secar, hasta los materiales con los que disponen y los tiempos requeridos. En este sentido, es importante recalcar que el proceso también se vuelve complejo porque hay vínculos de por medio, marcados por una relación que se vuelve afectiva y no meramente laboral. Por lo que, Apapacho entiende que es indispensable colaborar de manera horizontal sin imponer ideas o modos de trabajo.

Apapacho y las artesanas de los Reyes Metzontla: diálogos y saberes compartidos a través de la arcilla© Architectural Digest México y Latinoamérica

Apapacho y las artesanas de los Reyes Metzontla: diálogos y saberes compartidos a través de la arcilla© Architectural Digest México y Latinoamérica

Retribución y pago justo, ¿cuál es la diferencia?

Cuando se aborda el tema del “pago justo”, también es necesario considerar que hay una serie de situaciones culturales y sociales que influyen en esto. Para empezar, la valoración del trabajo por parte de las propias artesanas, ya que prevalece una noción de regateo hacia su trabajo, y están acostumbradas a prácticas abusivas del sector restaurantero ―en esta región― que les compra vajillas y ofrece menor precio por mayoreo, como si se tratara de un proceso industrial. Estas y otras situaciones abonan a la idea de que una artesanía no debe ser costosa, pese a que realmente es valiosa por el proceso manual, la maestría que requiere y la cosmovisión plasmada.

En el caso de Apapacho, hay un acuerdo con las artesanas sobre el precio final con un rango aproximado de 320 hasta 11 mil pesos mexicanos la pieza con mayor precio. Y el monto que se paga a las artesanas por pieza oscila desde 100 hasta los 1,600 pesos, para el caso de piezas con precio a cliente, que oscila entre 7 a 8 mil pesos aproximadamente. Un monto final que se establece al considerar gastos de logística, promoción, empaque y renta de espacio de exhibición, entre otros conceptos. Asimismo, se adquieren pequeños lotes con merma, ya que algunas piezas pueden salir rotas del horno, pero que finalmente se pagan a las artesanas.

Hoy en día, afirmó Diana, Apapacho no tiene utilidades, pues el porcentaje de venta no es alto, en comparación con las piezas elaboradas. Por lo que, hay otros retos que afrontar, por ejemplo, el posicionamiento de la marca y los recursos necesarios para mejorar las condiciones de trabajo e infraestructura de las familias con las que colaboran, pues a veces trabajan en áreas poco iluminadas o con herramientas no tan eficientes.

Pieza decorativa en piedra volcánica hecha en Xilotepec, Estado de México© Christopher Nechodom / Apapacho World

Florero en piedra volcánica© Apapacho World

Los retos y las posibilidades que se avecinan

Aunque el eje de Apapacho es el diseño de piezas de barro y cerámica, también exploran con otros materiales como el ónix, con el maestro Antonio en la región de Tepeaca, en Puebla. Además de piedra volcánica, cantera y mármol, entre otros materiales naturales.

La propuesta de su lenguaje y estética brinda vastas posibilidades, desde objetos de carácter escultórico y visualmente pesados, hasta objetos utilitarios que sobresalen por su sobriedad y acabado.

Créditos: architectual digest

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